La cooperación, un arma de doble filo
De la cooperación (entre individuos) siempre suele predicarse en positivo. También de aquellas tecnologías que permiten resolver problemas de coordinación, aquellos que dificultan la cooperación entre los individuos. No está claro qué está ocurriendo cuando se procede de tal modo: ¿Se da por hecho que la cooperación es siempre positiva? ¿Se da implícitamente por conocido y sin necesidad de demostración que las oportunidades para una colaboración con un efecto positivo exceden las de una colaboración con un efecto negativo? ¿Otras?
[En esta entrada voy a tratar los términos positivo, negativo, bueno, malo, etc. desde un marco de valores más bien arbitrario e inespecífico aun siendo consciente que desde las coordenadas en que estos temas se han tratado en estas páginas, el uso anterior puede considerarse un abuso del lenguaje que evite una serie de digresiones tan necesarias como predecibles.]
Por ejemplo, piénsese en el ahora clásico The Internet Show,
de 1995. En él se nos habla del potencial de esa tecnología entonces emergente que era internet y cómo argumenta constantemente acerca de la posibilidad de colaboración que brinda a sus usuarios. Y compárese con, por ejemplo, Why the past ten years of american life have been uniquely stupid, donde el autor, Haidt, encuentra en el germen de una serie de fenómenos sociales indeseables las posibilidades de cooperación que permite uno de los productos derivados de aquel internet incipiente, las redes sociales.
Históricamente, los mecanismos de colaboración han sido escasos y poco eficaces. Se han invertido muchos esfuerzos en desarrollar nuevos mecanismos y tecnologías de coordinación y cooperación y depurar los existentes. Lo cual, hasta cierto punto, era un problema más bien científico-técnico.
Pero da la impresión de que, a partir de hoy, habrá también que prestar atención a cómo restringir la cooperación en aquellos proyectos que se consideren —uso la palabra con cierta repugnancia— malos.