Lo que las micromuertes, microbodas, etc. nos enseñan sobre la suerte y el mérito

Micromuertes

Una micromuerte es una probabilidad de uno en un millón de morirse. Es un ínfimo e infame boleto de una lotería a la que todos jugamos. No es este el sitio para abundar en el concepto porque está sobrada y estupendamente hecho en otras partes, pero se lo recomiendo a todo aquel que haya tropezado aquí con él por primera vez.

La cuestión es que aunque todos tengamos una asignación de boletos por diversos motivos, hay quienes adquieren de manera más o menos voluntariamente otros adicionales al fumar, tener una vida sedentaria, practicar determinados deportes de riesgo, comportarse de manera poco recomendable, etc. Luego, la lotería puede o no tocar en un día determinado: eso es el azar. Pero es indudable que unos hacen más méritos que otros para el premio.

Microbodas

Un personaje de internet cuyo nombre no viene al caso buscaba, se ve, casarse. En una entrada de su blog introdujo el concepto de microboda. Una microboda es, de nuevo, un ínfimo boleto para participar en el azaroso sorteo de una boda. Quedarse en casa jugando a la consola y comiendo pizza no da microbodas; vencer la pereza y salir a dar una vuelta con los amigos, alguno sí. La cuestión es que si aspiras a casarte, algo que en el fondo no depende de ti, bien harás por ir haciendo acopio de microbodas.

Microéxito

De la misma manera podría hablarse del éxito dentro de ese debate que se ha abierto sobre la meritocracia (ya tratada en estas páginas antes). Lo que tengo que decir, a la vista de todo lo anterior, es más que evidente. Así que, en deferencia a la inteligencia del lector, lo callo.