Medios antilombriz

Cultivo lombrices en casa —capturé unos cuantos ejemplares en la orilla del río— con la esperanza vagamente inspirada en conocimiento científico de que, en el momento en que se afiance y crezca la colonia, me ayuden a transformar basura en suelo rico para las macetas.

Hay medios (de comunicación) que funcional al revés: transforman información rica pero que no puede ser adecuadamente procesada por el ciudadano del percentil 60-70 para abajo, en basura informativa fácilmente asimilable. Podríamos considerarlos males necesarios para que la democracia opere de manera mínimamente popperiana.

(Un ejemplo, para fijar ideas: puede que un gobierno desarrolle una serie de políticas contrarias a los intereses de ciertas capas de la población. Pero el sujeto típico es incapaz de comprender los mecanismos efecto-causa por los que los efectos son negativos y su anumerismo le impide hacerse con el significado de las cifras involucradas. Un medio antilombriz, indirectamente financiado o apoyado por agentes interesados en el asunto, genera entonces seudonoticias del tipo “alguien ha dicho/hecho algo”, con un formato conventillero, sin cifras extravagantes, con sujetos de carne y hueso, etc. que se resumen en que “hay que quitar de en medio a esa gente que propugna una serie de medidas que te perjudican aunque no las entiendas”.)

Eso sí, dime qué credibilidad les das y te diré en qué lado del punto de corte que señalo arriba te encuentras.