Carreteras en España vs carreteras en Francia
Acabo de regresar de un viaje por Francia (centro y sur). Observo:
- Las carreteras (obras públicas por excelencia) son mucho mejores en España que en Francia.
- Además, en España, muchas estaban en obras (y en Francia no).
Obviamente, estas aseveraciones son producto de una mera inspección visual por la ventanilla del vehículo que me desplazaba, sin pretensión alguna de validez estadístico-muestral.
Esta entrada trata de construir un modelo mental compatible con de este fenómeno, de serlo. Ahí va.
La lista de los ministros de fomento en España durante los últimos 25 años contiene un número sorprendentemente alto de sujetos —Cascos, José Blanco, Ávalos, etc.— que tuvieron en su momento cargos orgánicos importantes en sus respectivos partidos políticos: secretarios de organización, etc. Por otro lado, España es un país en en que las regiones tienen un gran poder político, tanto en la relación entre los partidos como dentro de ellos mismos.
Cabe pensar que el ministerio de fomento se usa como correa de transmisión del poder central sobre las regiones —si quieres tal puente…—. Esporádicamente, de hecho, emergen hasta la superficie visible de la política episodios concordantes con el anterior modelo, como este.
En Francia, un país donde las baronías regionales (valga la redundancia) son más débiles, las infraestructuras son menos útiles: sirven solo para transportar personas y mercancías, no voluntades. Por eso hay, habría, menos.
Seguramente, como en tantas otras cosas, estaré equivocado. Alguien se entretendrá en tomar presupuestos de obras públicas de aquí y allá, añadirá la descentralización estatal como variable explicativa, trazará líneas de regresión con R² ridícula, desantenderá los microfundamentos de la cosa, jugará con datos e indicadores y demostrará una relación distinta de la que yo postulo hoy aquí. Y habrá que creerlo porque él encarna la ciencia y yo no. Pero en tanto llega, ahí queda escrita mi versión pobre, opinativa y acientífica de la cosa.
Coda: Sé que la RAE, tan amiga en todo lo demás de la minúscula, pretende que rindamos pleitesía a todas las instituciones públicas engalanándolas con mayúsculas. Yo, discrepo. Para mí, ministerio (de lo que sea) es el nombre descriptivo y genérico (no propio) que se le da a un lugar donde se despacha determinado tipo de asuntos. Y no más.