Sobre el blog de Joseph Heath y cuatro asuntos breves más

I.

Perece ser que el blog de Joseph Heath, In Due Course, vuelve a estar en línea. Jesús Alfaro tiene una serie de artículos y resúmenes sobre él listados aquí.

Con el blog de Heath, además, vuelve a estar disponible esta maravilla.

II.

El capital humano se puede escindir —al menos, teóricamente— en dos: el que es puramente económico y el que no (p.e., educación, cultura, etc.). Si uno traza dos ejes, coloca a la gente sobre ellos y luego se pregunta cosas como ¿a quién votan en cada cuadrante? obtiene resultados que se detallan aquí. Allí encontrará también

Social classes

III.

No acabo de comprar estos resultados sobre el presunto efecto fiscal positivo de los inmigrantes de baja cualificación. Particularmente cuando se tratan de extrapolar a lugares como España. Por varios motivos:

  1. Este tipo de resultados viajan mal de un lugar a otro: dependen mucho del entorno institucional y legal de los distintos países.
  2. Confunde inmigrante de baja cualificación e inmigrante ilegal. Nótese que los últimos no tienen siquiera derecho al trabajo en países como España.
  3. Por lo que veo, solo tiene en cuenta el impacto presente de esos inmigrantes, pero no durante su ciclo de vida completo: ¿qué pasará con ellos, p.e., cuando se jubilen?

Hummm…

IV.

Tampoco le tengo mucha fe al estudio que se glosa aquí bajo el titular Sorpresa, España es más meritocrática que Francia y EEUU. Los medios son muy goloso de resultados sobre el asunto, los investigadores tienen millones de grados de libertad para obtener unos resultados u otros y, casi seguro, todo sea puro ruido estadístico. (Además de que, ¿qué le va a uno en si un país es más meritocrático si tiene una vida –la propia— que vivir y una mano de cartas que jugar?)

V.

Para escribir cosas como esta o esta parece que ha quedado la economía en España.

El título del segundo lo dice casi todo: El sector agropecuario que queremos. Efectivamente, escribe sobre eso, el sector que, ¡por supuesto!, a todos nos gustaría. De hecho, nos gustaría que fuese incluso más bonito que lo que cuenta la autora. Pero, ¿no cabe esperar que una economista algún tipo de consideración lúgubre sobre la viabilidad de nuestras aspiraciones estéticas?

Dejemos las espesuras de sauces verdes próximas al Tajo a los poetas.