Educación en un mundo competitivo y desigual y cuatro asuntos más

I.

Es un poco extraño el parrafito

La esencia del argumento es que el estilo de crianza “óptimo” no puede entenderse sin mirar al entorno económico. En país muy desigual y donde el capital humano es esencial para el desempeño económico los padres no pueden dejar que el hijo decida por su cuenta cuánto se esfuerza. Y por eso deben influir directamente en sus acciones (lo que llaman estilo “autoritario”) o, en un país donde buena parte de la educación se recibe lejos del control parental, sobre sus preferencias (lo que llaman estilo “authoritative” y yo traduje como “persuasivo”). Solamente cuando hay poca desigualdad se pueden permitir los padres ser “permisivos” y dejar que los chicos exploren la creatividad o sus intereses amplios.

extraído de El texto de economía de la educación: las familias en tanto que habla de países como si el país fuese la unidad de destino en lo universal, la gente no pudiese emigrar, los mercados no fuesen (todavía) relativamente abiertos y globalización fuese un término aún por inventar. Señor autor del texto: vivimos en un mundo, no país, desigual e hipercompetitivo.

II.

The Economist escribe en Is your rent ever going to fall? sobre las horribles políticas —incluyendo, cómo no, el control de alquileres— a través de las cuales los gobiernos dizque intentan ayudar a los inquilinos.

III.

Circula por ahí una idea woke que han convenido en llamar interseccionalidad. La interseccionalidad de hoy, la descrita en Intersecting Disincentives, es casi su antítesis. El resumen:

  • En el estado del bienestar se tiende a conceder ayudas basadas en el nivel de renta.
  • Estas ayudas tienden a ser pequeñas y dirigidas: que si para acceder a internet, que si para ayudar a pagar la factura de la luz, etc.
  • Efectivamente, no se encuentra efecto negativo entre cada una de estas ayudas y cosas como la propensión a trabajar, etc.
  • Pero el efecto aditivo (¿y superaditivo?) de estas ayudas tiene que ser necesariamente grande.
  • Y, sin duda, acaban por desincentivar el trabajo, etc., significativamente.

IV.

Mientras tanto, en Nueva York, y a pesar de estar encarrilada, se ha acabado optando por no introducir la medida favorita (del consenso) de los economistas para la gestión del tráfico, las tarifas de congestión.

V.

A pesar de que varias de las noticias precedentes abundan sobre una misma idea (la gente, así, en general, está tarada), hay individuos entrañablemente optimistas que creen que mecanismos que el papel soporta perfectamente, como los advance market commitments, podrían funcionar.