Más sobre la educación universitaria como industria exportadora

I.

El otro día escribí:

Joseph Heath ha vuelto a bloguear y a escrbir cosas como Canadians should think of higher education as an export industry. España podría también —tiene un enorme mercado pontencial—, pero, para eso habría que… Vamos, que no podría.

El artículo de Heath no dice nada extravagante ni que no se pueda extrapolar fácilmente del título: la educación en Canadá tiene buena reputación y muchos estudiantes de todo el mundo estarían dispuestos a pagar para formarse allí.

II.

Hace años impartí clases en un centro de estudios que acabó convirtiéndose luego en una universidad privada. Este centro tenía oficinas de representación en muchos países sudamericanos y realizaba campañas publicitarias de captación de alumnos en aquella región. Como consecuencia, un porcentaje significativo de mis alumnos durante aquellos años procedían de aquellas regiones hermanas del otro hemisferio.

III.

Cuando nuestros expertos hablan de la educación universitaria y mencionan las universidades no públicas, suelen parir textos no distintos de este en los que ni por asomo se les ocurre mencionar la posibilidad de exportar formación. Supongo que piensan, como mis vecinas, sobre la educación —como con la sanidad, la vivienda, etc.— más en términos de derechos que de productos susceptibles de ser vendidos o exportados. Que es una forma muy moderna y a la altura de los tiempos de entender la realidad pero que no está claro en absoluto si —¡malditos atavismos, tan inoportunos!— nos dará de comer.