El fraude como equilibrio
La primera y más importante lección que puede extraerse sobre este largo artículo sobre el fraude es que es un equilibrio.
Por un lado, el fraude supone un coste para las sociedades donde ocurre. Pero luchar contra él también tiene un coste. Uno espera encontrar un equilibrio entre el uno y el otro, aunque hay sectores —famosamente, el de la normativa bancaria contra el lavado de dinero— donde el coste de las medidas supera ampliamente el potencial beneficio.
En una sociedad de sólidos fundamentos morales, esas en las que la gente no cierra la puerta de su casa cuando sale a hacer la compra, el incentivo para el fraude es tan grande que, necesariamente, algún día habrá de aparecer alguna noticia en los medios locales que dé que hablar a las viejas.
El fraude es inerradicable. Es lo que hay.
Coda: Los dos enlaces de esta entrada son muy recomendables. El segundo es breve y el primero, mucho más largo, trae anécdotas muy amenas.