Supervivencia y las riadas en Valencia de estos días
Siendo este un blog en el que se razona alrededor del concepto de la supervivencia y que, a la vez, a la hora en que esto se redacta, 202 (oficialmente) personas no han logrado sobrevivir a una desgraciada riada, parece adecuado dedicarle unas líneas al asunto. Se agruparán en dos interpretaciones, una negativa y otra menos negativa, sobre el asunto.
La negativa es que vivimos solo en una sociedad posindustrial. Posindustrial es una sociedad en la que gracias al desarrollo de la economía (y la industria, en particular), se vive en la seguridad de que la supervivencia está razonablemente garantizada: tenemos comida en la nevera, no nos acechan osos hambrientos en el calle, etc. Eso nos permite dedicar más esfuerzo a otros menesteres en los pisos superiores de la pirámide de Maslow, desde redactar informes de impacto de género para el proyecto de un puente peatonal en adelante. Pero nos hemos olvidado —si no, no existiría este blog— de que no somos lo suficientemente posindustriales, que faltan cosas por hacer y que tenemos que seguir manteniendo agudo el sentido de la alerta. Cualquier número de periódico de los últimos tiempos da cuenta de problemas que ayer nos absorbieron y que hoy nos parecen ridículos.
La segunda interpretación de los hechos matiza la primera. Tal vez si no revienta una central nuclear cada 50 años, se estrella un avión cada 10 o se lleva el Turia media Valencia por delante cada 100, estamos invirtiendo demasiado esfuerzo en construir centrales nucleares, aviones o ciudades excesivamente seguras y, como consecuencia, en tanto que el talento es finito, olvidando el impacto de género de las pasarelas peatonales, viajando demasiado a Bali, cambiando de móvil demasiado a menudo o jugando demasiado poco con nuestros hijos. Igual tenemos que aprender a aceptar estos hechos como consecuencias naturales del hecho de no vivir obsesionados, angustiados por la seguridad a ultranza.
Desde luego, si el límite de lo que es un nivel de riesgo aceptable se establece de manera democrática —en lugar de delegarlo en una tecnocracia paternalista— ocurrirán, seguro, muchas más catástrofes de este tipo. La hemeroteca lo demuestra.