Recordatorio periódico: el rol del estado
En España es popular un discurso según el cual el estado tiene un papel fundamental en la provisión de sanidad y educación. Como si proporcionar sanidad y educación es el fin y la justificación del estado (y de las servidumbres asociadas a su existencia, como los impuestos, etc.). (Obviamente, “sanidad y educación” es solo un meme tamaño pancarta (o tuit): en realidad, los que lo defienden no quieren decir que el estado deba restringirse a esas tareas, pero es no obstante significativo que se trate de las que subrayen con mayor ahínco). Cuando sanidad y educación son servicios que en muchas sociedades exitosas son de provisión privada —aun cuando el estado desempeñe en ellas cierto papel corrigiendo algunos desajustes del mercado—.
Descendamos a los primeros principios. En una sociedad hay individuos. Para subsistir, necesitan realizar ciertas tareas y muchas son de una envergadura tal que necesitan de su acción coordinada. Esa coordinación se realiza a través de instituciones de diverso cuño: empresas, sindicatos, ONGs, etc. De entre todas ellas, hay una, el estado (donde, por simplicidad, se engloban todas las instituciones públicas —ayuntamientos, etc.— que emanan de él) que tiene una serie de características únicas. Hay dos muy subrayables: ejerce el monopolio de la violencia —por lo que puede forzar a realizar determinadas acciones a la población— y el principio de legalidad —por lo que solo puede realizar aquellas tareas a las que esté legalmente legitimado—.
Así que podríamos agrupar todas las tareas necesarias en una sociedad en grupos (o más bien, en una escala) en función de cómo de eficientemente pueden ser desempeñadas por el estado (en contraposición a ser delegadas en las instituciones de la sociedad civil). Así, en un extremo tendríamos cosas como la gestión del tráfico rodado y, en el otro, no sé, la fabricación y distribución de bombones de chocolate.
Uno puede comenzar a repasar tareas y asignárselas sea al estado o sea al sector privado según el caso y sus características. Pero el autor quiere centrarse en tres:
- Educación: mejor en el sector privado (salvo por la corrección de algunos pequeños “fallos del mercado”).
- Sanidad: mejor en el sector privado (de nuevo, salvo por algunos fallos del mercado sobradamente conocidos y discutidos en la literatura, como el de la conveniencia de que todos los ciudadanos estén obligados a suscribir un seguro médico).
- Gestión de emergencias: debe estar delegado en el sector público.
Tenemos un estado que quiere abarcar mucho y que, a la vista está, aprieta poco.