Regulación más allá de los fallos del mercado y algunos asuntos más
Frente a un problema, hay quienes conjugan el verbo erradicar. Una postura más adulta es la de intentar minimizar el daño.
Algunos economistas que se levantan del sofá y bajan a la calle han comenzado a cuestionar el argumento de que la regulación corrige fallos del mercado y han propuesto una explicación alternativa, la del commandeering, descrita aquí como una
nueva teoría que sostiene que el gobierno puede usar sus poderes regulatorios para presionar o exigir a una empresa a ejercer su influencia para financiar determinados proyectos o condicionar el comportamiento de sus clientes.
Así encontramos cosas como esta:
La Jones Act es la ley que exige, entre otras cosas, que los barcos que transporten carga entre puertos estadounidenses hayan sido construidos en los EE.UU. Como no hay barcos construidos en EE.UU. para transportar gas natural licuado (GNL), se da absurda situación de que el GNL se envía desde el territorio continental de EE.UU. a España y luego de España a Puerto Rico.
Que hacen que haya economistas muy optimistas sobre el impacto de Elon Musk y su DOGE en el gobierno de los EEUU.
En tanto, en NadaEsGratis se hacen eco de un estudio (aquí) que dice encontrar beneficios en que el estado (mejicano) sea fabricante y distribuidor de leche. Porque, por supuesto,
el sector privado (productores o vendedores) tienen (sic) poder de mercado y pueden reaccionar al subsidio cambiando los precios de los productos que venden (sic).
La función social que ha ido adquiriendo NadaEsGratis durante los últimos años no es tanto divulgar sobre de economía como poner de manifiesto las prioris ideológicas de los economistas académicos en España.
Este artículo de Robin Hanson comienza planteando una hipotética una reunión para decidir si lanzar un proyecto o decidir sus principales objetivos y estudia el comportamiento posible de sus participantes de una manera que recuerda al dilema del prisionero: pueden adoptar una postura bien consenso o bien de disidencia. Entonces:
Muchas organizaciones se echan a parder cuando el consenso prima sobre la consecución de objetivos. Al principio, los fundadores y los primeros empleados apuestan por la empresa, pero progresivamente comienzan a estar más interesados en medrar dentro de la empresa que en su éxito.
Probablemente, la principal fortaleza del capitalismo consiste en que fomenta el juego de los objetivos. La gente a la que se le da mejor el juego del consenso mira el capitalismo con malos ojos y buscan cercenarlo.
Si este es todo el mal que cabe esperar de la emergencia de la extrema derecha, vamos a acabar perdiéndole el miedo.
Por pura necesidad demográfica, en los próximos años una gran cantidad de viviendas van a acabar en manos de no demasiados herederos. Supongo que se hablará mucho del asunto en los próximos años y que se acabará acuñando algún término resultón tanto para los afortunados de esta lotería sociodemográfica como para los que no.
Aquí se discute una de las objeciones más serias a la política de puertas abiertas en la inmigración: la posibilidad de selección adversa.
Finalmente, como no podía ser de otra manera, la burbuja del hidrógeno está reventando.