Economía

El fraude como equilibrio

La primera y más importante lección que puede extraerse sobre este largo artículo sobre el fraude es que es un equilibrio.

Por un lado, el fraude supone un coste para las sociedades donde ocurre. Pero luchar contra él también tiene un coste. Uno espera encontrar un equilibrio entre el uno y el otro, aunque hay sectores —famosamente, el de la normativa bancaria contra el lavado de dinero— donde el coste de las medidas supera ampliamente el potencial beneficio.

Así se les pone precio a las cosas que importan

Extraigo, traduzco y subrayo de The Economist:

El motivo del cambio [en la política medioambiental] es un nuevo procedimiento de cálculo del coste social del carbono con el que se intenta valorar el daño causado por una tonelada adicional de CO2. Este número es crucial: una cifra baja complicaría la justificación de normas más estrictas, mientras que una cifra alta significa que las nuevas restricciones podrían superar más fácilmente los análisis coste-beneficio y, por lo tanto, acabar siendo aprobadas.

La paradoja de la popularidad de las "autoinstalaciones" energéticas

Es paradójico que las autoinstalaciones —de paneles solares, de baterías, etc.— no sean excepcionalísimas. Desde luego, no se entienden desde primeros principios.

Los primeros principios nos dicen que de haber 1000 personas con 10000 euros cada una y se dan las opciones

  1. cada una usa los 10000 euros en realizar una autoinstalación energética en su vivienda (paneles solares con o sin baterías) vs
  2. juntan esos 10 millones de euros y construyen un parque solar (con o sin baterías)

entonces, la segunda tiene mucho más sentido económico. Por muchos motivos, entre los cuales:

Las subvenciones: el modelo

Se puede pensar en una empresa como en un conjunto de personas sentadas alrededor de un montón de dinero. Las personas van tomando dinero del montón —nóminas, bonus, dividendos, etc.— y con él pagan sus casas, sus coches, el colegio de sus niños, etc. Desafortunadamente, el dinero del montón se va consumiendo. Así que las personas que vivían felices simplemente agarrando fajos de billetes, se ven en la penosa y tediosa tesitura de pensar cómo añadir más dinero al menguante montón.

El futuro del trabajo

Permítaseme esta entrada especulativa sobre el futuro del trabajo.

Lo que argumentaré:

  • El problema del desempleo dejará de serlo pronto.
  • Pero tendremos muchos trabajadores pobres.

Obdulio, en los 60, se aferraba como una lapa a la clase media. Estaba pluriempleado, cosido a letras y mantenía, además de la suya, cinco bocas: las de su esposa, sus tres churrumbeles y su mamá política, recientemente enviudada. En su hogar, cada trabajador soportaba cinco inactivos que comían todos los días. Ni que decir tiene que a Obdulio apenas le quedaban recursos sobrantes —dinero, tiempo— para cualquier tipo de amenidad. Todo lo suyo, toda su circunstancia, era modesta.

La riqueza con adjetivo no es riqueza

La palabra riqueza, acompañada de un adjetivo, deja de ser riqueza, pierde su sentido literal. Lo cual no es nuevo: ocurre en cierto modo con todo uso metafórico del lenguaje. Pero, me temo, demasiada gente lo toma demasiado al pie de la letra. Espero que nos demos cuenta de ello antes de que echemos mano a la nevera y esté vacía.

Banca: competencia vs estabilidad

La competencia es sana. Puede que el sector bancario en España esté excesivamente concentrado. Algunos protestan. Pero la vida de las empresas que operan en mercados de competencia perfecta es nasty, brutish and short.

¿Queremos que la vida de nuestros bancos sea corta? ¿Queremos que algunos quiebren de vez en cuando? ¿Queremos, por tanto, competencia perfecta en el sector bancario?

La banca es, por lo tanto, particular. Estabilidad bancaria y competencia son objetivos ambos deseables pero no alineados y que exigen un trade off. ¿Cuál? Afortunadamente, no es problema mío.

Lecciones sobre una teoría trucha de la inflación

Hay una teoría trucha sobre las causas de inflación —y también sobre los ciclos económicos— que la asocian a cambios de preferencias por parte de la población. La califico de trucha por varios motivos: no está generalmente aceptada por el consenso de los economistas y ni explica ni puede explicar ciertos y muy destacados episodios inflacionarios (e hiperinflacionarios). Pero que, sin duda, explica parte del que vivimos actualmente.

La idea básica es que un cambio drástico en las preferencias de los consumidores pueden dar lugar a tensiones inflacionarias. Un ejemplo mental: una economía solo produce y consume dos productos finales: manzanas y televisores. Durante mucho tiempo el mercado está en equilibrio y los precios son más o menos constantes. Pero un buen día, por algún motivo, los consumidores cambian de hábitos y comienzan a valorar más los televisores que las manzanas y comienzan a consumir más de los primeros que de las segundas.

Sobre la "greedflation"

La “greedflation” es una seudoexplicación causal de la inflación: a las empresas, de repente, les da por subir precios más o menos simultáneamente y eso desemboca en una espiral inflacionista. Se trata de una teoría muy arraigada en ciertos sectores ideológicos.

Así por ejemplo resume la prensa los motivos detrás de la creación del nuevo Observatorio de Beneficios Empresariales:

El propio secretario de Estado de Economía, Gonzalo García, avanzó en el Congreso de los Diputados que el objetivo era lanzar el observatorio antes del final de junio y, salvo sorpresa de última hora, se cumplirá con el plazo. De esta forma, quedará ya publicado antes del inicio de la campaña electoral, que podría enturbiar la creación de una nueva estadística tan importante como es esta y con profundas implicaciones para las empresas, que llevan meses aprovechando la coyuntura inflacionista para elevar sus beneficios.

¿Cambiarán los incentivos en Twitter?

Dizque las redes sociales tienen éxito por su caracter adictivo: se ha escrito mucho al respecto y no merece la pena abundar en ello. Las redes sociales, además, son muy democráticas: un click, un voto; tanto da el de Agamenón como el de su porquero. El click —o la impresión, para el caso—, además, está sumamente devaluado por dos motivos: que hay muchos y que la tecnología no es capaz de discriminar satisfactoriamente; de hecho, la tecnología es prácticamente incapaz de separar humanos de bots.

¿Manuales para decrecer?

Esta entrada es producto de una breve iluminación ocurrida mientras leía un manualillo de urbanismo. Como en casi toda esa literatura se habla de tecnologías para acompañar a las ciudades en su crecimiento.

Tiene que haber una literatura extensísima sobre cómo crecer.

Pero de poco le va a servir a los técnicos cuando se enfrenten (p.e., en Asturias) al problema contrario: cómo ir achicando.

Hace falta una literatura que nos explique cómo ir cerrando escuelas y hospitales, demoliendo barriadas, clausurando núcleos de población, desmantelando infraestructuras, etc. de una manera eficaz.

La selectividad es el dilema del prisionero a diecisiete bandas

Sí, la selectividad es el dilema del prisionero a diecisiete bandas. No hay mucho más que decir al respecto. Los incentivos determinan una matriz 17x17 muy obvia de premios y castigos. Los agentes —económicos, políticos, educativos, etc.—, hayan o no leído sobre Nash y demás, juegan lo que les conviene.

Visto de otra manera, es el estado incurriendo en los llamados fallos del mercado y, en particular, instigando una autoinfligida race to the bottom.

Incentivos en la cola

Una empresa, un agente económico, tiene delante un mercado y puede plantearse si tratar de satisfacer a la moda o a la cola. A CocaCola no le queda otro remedio que tratar de ser inmensamente popular y gustar a todos; sin embargo, Alfonso Mejía Hostelería S.L. puede plantearse abrir un restaurante de insectos: si en una ciudad de tres millones de habitantes existe un 0.1% interesado en la empanada de coleóptero, puede vivir lindamente.