"Claro es que la realidad posee dureza sobrada para resistir los embates de las ideas."
Así las gasta Ortega aquí.
Así las gasta Ortega aquí.
El de Bukele es peor que el régimen danés. Pero… The last scraps of the Haitian state are evaporating - Rape, murder and theft have long been facts of life
The Peril of Politicizing Science. La ley de Goodhart es un modelo adecuado para tratar de entender el problema.
No sabía qué era lo de la instrucción directa, pero parece que funciona. Al menos, si, como en el punto I, no se incurre en la falacia del nirvana.
Hay un libro no particularmente bueno —por lo optimista—, Against elections : the case for democracy, sobre el siguiente asunto: elegir candidatos a lo que sea por medios plebiscitarios acarrea una serie de consecuencias indeseables que se eliminarían mediante el procedimiento de la insaculación, es decir, la selección al azar (donde el nombre de los candidatos se mete en un saco y una mano inocente extrae uno después de revolverlos todos mucho).
En el París del mayo del 68 ya se sabía que los problemas sociales eran puros constructos, quiénes los fabricaban y cómo acabar expeditivamente con ellos (fuente):
When the last sociologist has been hung with the guts of the last bureaucrat, will we still have “problems”?
EsadeEcPol es nuestra particular factoría de problemas sociales.
¿En manos de quién está la opinión pública? Según Jorge San Miguel:
[…] Coalición que cuenta además con la simpatía del estrato sociológico al que pertenece buena parte del periodismo de tropa en todos los medios, sea cual sea su línea editorial: universitarios precarizados.
La entrada homónima de la semana pasada ha devenido serie tras leer Is Science a Public Good?, que ChatGPT y yo resumimos así:
El vínculo con la entrada anterior es evidente: mucha de la investigación pública produce soluciones, cantidades industriales de ellas. Solo que da la impresión de que no se tiene muy claro de qué problemas reales.
Lo normal es que exista o aparezca un problema y que se le busque una solución. En el mundo de la tecnología, de vez en cuando, sucede lo contrario: aparece una solución y el problema consiste en encontrar un problema que resuelva.
(El motivo pudiera ser que la tecnología es tan barata que permite implementar cualquier ocurrencia. Además de que algunas de estas soluciones con problema han acabado encontrándolo y haciendo de oro a sus promotores e inversores.)
La topología es una subdisciplina de las matemáticas que estudia ciertas propiedades fundamentales —o, si se quiere, débiles— de los objetos. En topología —aquí hablo con cierta impropiedad—, una taza y una rosquilla son equivalentes:

La taza y la rosquilla son topológicamente indistinguibles en tanto que se trata de dos formas con un único agujero. Pero son a su vez irreductibles a una esfera o a un ocho (que tienen 0 o 2 agujeros, respectivamente). La topología ignora aspectos geométricos fuertes de los objetos, típicamente sus propiedades métricas: su tamaño, su aspecto, sus proporciones, etc.
Cito de Generación porno: el sexo extremo, nuevo tutor de los niños y jóvenes españoles:
Bajar los brazos no puede ser una opción. Puesto que somos ya conocedores de los efectos que el abuso de la pornografía tiene en algunos de esos cerebros todavía en crecimiento. El desistimiento habitual ante lo tecnológico —¡no se pueden poner puertas al campo!— o el relativismo extremo sobre la supuesta gravedad del presente —¡los adolescentes siempre han consumido porno!— sucumben ante la mínima prueba del algodón.
La primera y más importante lección que puede extraerse sobre este largo artículo sobre el fraude es que es un equilibrio.
Por un lado, el fraude supone un coste para las sociedades donde ocurre. Pero luchar contra él también tiene un coste. Uno espera encontrar un equilibrio entre el uno y el otro, aunque hay sectores —famosamente, el de la normativa bancaria contra el lavado de dinero— donde el coste de las medidas supera ampliamente el potencial beneficio.
Existe un debate sobre cuánto y cómo acertaron las predicciones que se hicieron en décadas pasadas —léase, Asimov, etc.— sobre el mundo de hoy en día. Uno puede leer, por ejemplo, The Track Record of Futurists Seems … Fine, donde se defiende su éxito relativo. J. Storrs Hall tiene un libro, Where Is My Flying Car?: A Memoir of Future Past en el que se examina la cuestión más extensa y sistemáticamente y se llega a una conclusión similar, pero en la que se adivina un patrón que ayuda a distinguir las predicciones que llegaron a materializarse y las que no —así como las que quedaron muy cortas—: su dependencia del uso de energía.
Hace años tuve ocasión de hablar con una señora de ya cierta edad que me contaba cómo uno de sus primeros trabajos, en la época de la transición, había consistido en emitir cheques con los que el gobierno de España pagaba a articulistas extranjeros cuyas piezas resultaban convenientes a sus intereses. Desde entonces he permanecido alerta a indicios de que lo que leo en la sección internacional —particularmente en ella— pueda ser un publirreportaje de parte.
Extraigo, traduzco y subrayo de The Economist:
El motivo del cambio [en la política medioambiental] es un nuevo procedimiento de cálculo del coste social del carbono con el que se intenta valorar el daño causado por una tonelada adicional de CO2. Este número es crucial: una cifra baja complicaría la justificación de normas más estrictas, mientras que una cifra alta significa que las nuevas restricciones podrían superar más fácilmente los análisis coste-beneficio y, por lo tanto, acabar siendo aprobadas.
Trajo Scott Alexander una entrada en su blog, WebMD, And The Tragedy Of Legible Expertise que resumo y reinterpreto hoy y que, de paso, invito a consultar por lo relevantes que son los ejemplos y casos de aplicación que discute pero que aquí omito.
En el fondo, trata sobre el grado de fiabilidad de la opinión de los expertos y, en particular, los expertos oficialmente designados como tales (p.e., las autoridades sanitarias como Fernando Simón en su día). Viene a describir una variación de la llamada ley de Goodhart, cuya formulación original,