Discursos contra discursos, anécdotas contra anécdotas
La relación entre anécdotas y discursos (o, en cierto modo, categorías) es problemática.
La gente no muy ilustrada (por ejemplo, porque tiene cinco años) tiene cierta tendencia a generalizar a partir de pequeñas evidencias circunstanciales. A veces acierta; otras, no.
Podría pensarse que, para ayudarlos, se podría recurrir a discursos, indicarles que aquello que ven es una mera excepción a una regla o discurso general que afirma otra cosa. Tengo la sospecha de que eso crea disonancias y, a la larga, desconfianza en las categorías. Por eso, además, las he querido denominar discursos en esta entrada.