El progreso, visto por un niño
Hace muchos años, cuando yo era un niño muy, muy pequeño, y volvíamos del pueblo, a veces, generalmente cuando se nos había hecho tarde y ya había anochecido, mi padre tomaba la autopista de peaje, el tramo Gallur-Zaragoza.
Para aquel niño resultaba asombroso tener que pagar —¿me suenan unas doscientas pesetas?— por circular por una carretera. Mi padre, que, de hecho, había trabajado como topógrafo en su construcción muchos años añtes, me lo explicó de la siguiente manera: