¿Cómo (no) evaluar una heurística?
Esta breve entrada continua y remata la de la semana pasada. Allí discutía como la racionalidad de una heurística —incluyendo dentro de ellas a las ideologías y sin entrar a evaluar qué significa ser racional— no puede ser nunca el criterio de bondad.
Entonces, ¿qué hace buena a una determinada heurística? Podría resumir aquí la discusión de Gigerenzer sobre cómo los beisbolistas atrapan las pelotas, pero el lector interesado lo puede consultar por su cuenta en el muy recomendable artículo A Simple Heuristic Successfully Used by Humans, Animals, and Machines: The Story of the RAF and Luftwaffe, Hawks and Ducks, Dogs and Frisbees, Baseball Outfielders and Sidewinder Missiles—Oh My!. En general, dentro del campo de la racionalidad con limitada, en el que se inscribe el trabajo anterior, se ofrecen respuestas a esta cuestión. Respuestas que, por lo que he visto sin pararme a repasar la literatura, suelen ceñirse al mundo de pequeñas decisiones cotidianas.