Meritocracia

Sobre si John von Neumann echaba o no rayos por el culo

Voy a intentar escribir una entrada sobre un tema que me confunde mucho. El asunto es más o menos así:

  • John von Neumann fue uno de los científicos más increíbles del siglo XX, con aportaciones en distintas disciplinas científicas y técnicas.
  • Su figura, además, está rodeada de un aura mítica: hay numerosas anécdotas en circulación sobre sus extraordinarias habilidades intelectuales.
  • Luego, se ve, existe un debate con ramificaciones políticas entre quienes afirman que rasgos tales como la inteligencia se transmiten hereditariamente y quienes sostienen que son efecto de la crianza.
  • Si entiendo bien y simplificándolo todo, la derecha es afín a la explicación natural y genética de estos sesgos, no tanto porque la evidencia le resulte concluyente, sino porque reforzaría el carácter necesario de las estructuras sociales existentes.
  • Mientras que la izquierda prefiere una explicación en términos de los condicionantes sociales de nuevo no por motivos empíricos sino porque considera que si convence a muchos de tener razón en eso, le será más fácil subvertir el orden tradicional. O algo así.
  • Resulta que el pobre y difunto von Neumann ocupa cierto rol de relevancia en la refriega:
    • Por un lado, parece que los naturalistas de derechas lo usan como ejemplo por antonomasia de destilación de inteligencia por vía genética. Vendría a representar la culminación de años de selección entre los mejores dentro de una serie de familias judías centroeuropeas.
    • Cosa que no alcanzaría a comprender enteramente (de ser cierta): ¿qué peso que no sea mero aliño retórico añade una anécdota a un argumento alrededor de una categoría?
    • Pero aun así, la otra parte, parece, se ha visto incitada a contestar sosteniendo (como en John von Neumann Shot Lightning From His Arse) cosas como:
      • Que von Neumann era inteligente, pero no un sujeto fuera de serie.
      • Que muchas de las anécdotas que se cuentan sobre sus capacidades son falsas.
      • Incluso que parte del mérito científico que se le atribuye no es propiamente suyo.
      • Que lo que distingue fundamentalmente a von Neumann de otros muchachotes de su generación es que en su casa había libros, profesores particulares, interés por la cultura y tertulias frecuentes con gente instruida.

Sobre todo lo anterior no tengo mucho que aportar más allá de presentar los términos de la discusión de la manera más caritativa que me es posible. Aunque llegado a este punto, no puedo dejar de advertir que si es cierto von Neumann no echaba rayos por el culo, que no nació con una inteligencia muy superior a la de sus congéneres y que debió sus algo más menguados méritos a una exquisita crianza, entonces:

Sobre el blog de Joseph Heath y cuatro asuntos breves más

I.

Parece ser que el blog de Joseph Heath, In Due Course, vuelve a estar en línea. Jesús Alfaro tiene una serie de artículos y resúmenes sobre él listados aquí.

Con el blog de Heath, además, vuelve a estar disponible esta maravilla.

II.

El capital humano se puede escindir —al menos, teóricamente— en dos: el que es puramente económico y el que no (p.e., educación, cultura, etc.). Si uno traza dos ejes, coloca a la gente sobre ellos en función de su tipo de capital humano y luego se les pregunta cosas como “¿a quién votan en cada cuadrante?”, se obtienen resultados como los que se detallan aquí. De ese enlace proviene también

Lo que las micromuertes, microbodas, etc. nos enseñan sobre la suerte y el mérito

Micromuertes

Una micromuerte es una probabilidad de uno en un millón de morirse. Es un ínfimo e infame boleto de una lotería a la que todos jugamos. No es este el sitio para abundar en el concepto porque está sobrada y estupendamente hecho en otras partes, pero se lo recomiendo a todo aquel que haya tropezado aquí con él por primera vez.

La cuestión es que aunque todos tengamos una asignación de boletos por diversos motivos, hay quienes adquieren de manera más o menos voluntaria otros adicionales al fumar, tener una vida sedentaria, practicar determinados deportes de riesgo, comportarse de manera poco recomendable, etc. Luego, la lotería puede o no tocar en un día determinado: eso es el azar. Pero es indudable que unos hacen más méritos que otros para el premio.

El "trabajo profundo" y su relación con el "ascensor social"

Tengo pendiente el libro Deep work por culpa de estas notas.

Cuya lectura me hizo pensar en otro tema muy tangencial. Porque el libro parece estar dedicado a la importancia (¿hace falta subrayarla?) del trabajo profundo y de una serie de consejos y prácticas para poder llevarlo a cabo. Y ahí —¡nada menos!— se queda.

Pero es muy difícil poder realizar —quien lo probó lo sabe— cualquier tipo de actividad mínimamente asimilable al trabajo profundo inserto en las clase baja. Existen muchas definiciones extrínsecas de clase baja, en función de la renta, del nivel de estudios, del código postal de la vivienda, etc. Pero la definición intrínseca —de nuevo, quien lo probó lo sabe— de clase baja es el ruido, los televisores a todo volumen, las vecinas que gritan, la excavadora que da marcha atrás, el perro que ladra y los de siempre que se llaman de todo de madrugada. En resumen, todo aquello que dificulta o imposibilita el trabajo profundo.

Tres perspectivas sobre el asunto de la meritocracia

Retomo el debate sobre la meritocracia, que ya ha aparecido en estas páginas en un par de ocasiones previas menos por gusto que por necesidad. Desgraciadamente, existe hoy en día y, al menos, en la parte del globo que habito, un preocupante debate al respecto que nos obliga a reflexionar, posicionarnos y, por supuesto, en el ámbito de nuestra esfera privada y familiar actuar en consecuencia.

Lo que quiero dejar descritas hoy son tres posturas que he identificado acerca de la meritocracia. No quiero, de todos modos, negarme a pensar que pueda haber otras o que un par de las que considero no puedan considerarse variantes o, al menos, mutuamente compatibles. Las quiero denominar postura metafísica, cuantitativa y pragmática.

Ensayo de una definición de mérito con lejanas reminiscencias termodinámicas

Vuelvo al asunto del mérito (vs suerte), que ya traté en otra ocasión, y que habrá de servirme de apoyo en una entrada futura sobre el asunto. Porque pensando sobre ello, he venido a darme cuenta de que no dispongo con una definición satisfactoria de mérito en las coordenadas desde las que se escriben estas páginas.

Mérito se suele contraponer a la suerte, aunque sea implícitamente, como en el siguiente fragmento (extraído del enlace anterior):

Sobre "Éxito y suerte. El mito de la meritocracia."

Acabo de terminar el libro de Robert Frank que da nombre a esta entrada y me ha apetecido dejar escritas unas líneas sobre él.

En primer lugar, hay que decir que es un libro extraño en tanto que el título que lleva lo merece solo su primera mitad. La segunda trata de otro asunto y no creo que las palabras éxito o suerte, muy frecuentes en la primera, aparezcan en más de dos o tres ocasiones en la que le sigue.

Meritocracia: deberes vs intereses

El artículo al que me refiero es ¿La tiranía del mérito?, de Gregorio Luri, publicado recientemente en la sección muy oportunamente denominada elSubjetivo de TheObjective. La entradilla que alguien eligió para el artículo, un breve fragmento del mismo extraído de su parte final, dice lo siguiente:

Nadie es merecedor ni de su dotación genética ni de la familia que lo acoge. Precisamente por eso tenemos el deber inexcusable de la solidaridad.

Se trata de una selección desafortunada porque desdice de lo que viene luego, tanto en contenido como en espíritu. El artículo, de hecho, es un breve resumen con unas mínimas pinceladas críticas —es tan breve que no da para más— del libro La tiranía del mérito de M. J. Sandel. La frase que rescata la entradilla forma parte de una especie de silogismo incompleto e inconsistente, como una silla de dos patas, que dice así: