El debate del aborto, explicado para gentes de números

El otro día leía una discusión de un profesor de filosofía del derecho sobre una reciente sentencia del Tribunal Constitucional sobre el asunto del aborto. Para entender el esquema de su argumentación se me ocurrió reformularla en términos cuantitativos como se describe a continuación. Que conste que me interesa más aquí dar a conocer dicha representación que defender o atacar la postura del profesor sobre el asunto.

Comienzo con el eje temporal

Aborto

donde he marcado con líneas discontinuas los meses cero y nueve. Sobre dicho eje puedo representar la evolución temporal de una hipotética cuantificación de los derechos de la madre,

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que, como cabe esperar, se mantienen constantes en el tiempo. La minúscula fluctuación que sufren durante el embarazo y que la facultan a usar los asientos especiales del metro no llega siquiera a apreciarse.

Por su parte, la parte de los derechos del niño que son incuestionables es

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Es decir, ninguno antes de ser concebido —puesto que ni siquiera es sujeto— y aproximadamente iguales a los de la madre una vez dado a luz. El problema es lo que pasa entre medias.

No conozco a nadie que opine esto:

Aborto

Lo más antiabortista que puede llegar a serse es:

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Algunas de las posturas que el profesor mencionaba —y como he indicado arriba, no importa en qué sentido— a lo largo de su artículo podrían asimilarse a

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a

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o alguna formulación continua similar. La cuestión en todo esto es que, de existir continuidad en la rampa de derechos que adquiere el nonato y siendo que parten de cero, por el teorema del valor intermedio, habrá necesariamente un momento en que los tenga equivalentes —si se me permite, no sé si impropiamente, hablar de los derechos de los animales— a los de una hormiga, a los de un gato callejero, a los de un lince ibérico, etc. Así que habría un umbral, la línea roja en

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por debajo del cual y habida cuenta la desproporción de derechos, la madre estaría —legalmente— facultada para echar al nonato por el retrete.

Nota final: ¿No es un poco extraño apelar a la continuidad en una discusión jurídica? El derecho es una disciplina refractaria a dicho principio tan habitual en las ciencias naturales y crea discontinuidades por doquier: si robas $x - \epsilon$ te vas a tu casa, pero si robas $x + \epsilon$ vas a la cárcel; si tienes $18+\epsilon$ años estás legitimado a hacer muchas cosas que estaban prohibidas apenas $2\epsilon$ años antes, etc. Así que la interpretación de un profesional del derecho de mi interpretación de lo argumentado por un profesional del derecho va a estar, casi seguro, muy seriamente pixelada.