La inane danza de las abejas

Karl R. von Frisch descubrió lo que se llama la danza de las abejas: una abeja que descubre una fuente de polen desarrolla una sofisticada danza de vuelta en la colmena que permite a sus compañeras identificar la dirección y la distancia a la que se encuentra.

El problema es que la danza es totalmente inefectiva (al menos, en países como los nuestros). El motivo es el siguiente:

  • Las abejas evolucionaron en junglas del sur de Asia.
  • En la jungla, es útil poder navegar con precisión hacia las fuentes de polen.
  • En zonas como las que abundan en Europa (llanas, desprovistas de una masa forestal tupida), eso resulta mucho menos crítico: las fuentes de polen están mucho más dispersas y no están tan localizadas.
  • En consecuencia, el rendimiento de las abejas que siguen las indicaciones de la danza y el de las que no es indistinguible.

En definitiva, se trata de otra versión del cargo cult de Feynman, con sus mismas lecturas y aplicaciones.

Unas cuantas notas sobre educación e investigación

Sobre la paradoja europea (y española)

En el artículo A vueltas de nuevo con la I+D de NadaEsGratis se lee:

La ausencia de publicaciones españolas entre las que empujan las fronteras del conocimiento contrasta con una posición razonable de España en el contexto mundial (posición 11 o 12) si la producción científica se mide por el número total de publicaciones.

También se habla en el artículo de la llamada paradoja europea, resumida en la expresión innovación débil con investigación fuerte. Sucede algo en Europa que está además particularmente acentuado en España que se discute el anterior artículo divulgativo y sobre lo que se profundiza en el artículo académico European Paradox or Delusion—Are European Science and Economy Outdated? que puede resumirse así: si uno se fija en las publicaciones científicas en general, efectivamente, Europa y, en su medida, España, se encuentran en las primeras posiciones. Pero se se presta atención a determinados sectores pujantes e importantes —los autores usan como ejemplo la tecnología de las baterías de litio—, la cosa cambia.

¿Cuál es el criterio último que más pesa en nuestras decisiones?

La gente toma decisiones y hay gente que estudia de dónde proceden y cómo se construyen. A grandes rasgos, hay tres hipótesis distintas:

  • Son racionales.
  • Están condicionadas por la cultura.
  • Están condicionadas por la biología.

A grandes rasgos, de nuevo, estas tres corrientes pueden adscribirse a tres áreas académicas distintas: economía, sociología y sicología evolutiva.

Pueden decirse muchas cosas al respecto, como por ejemplo:

  • Uno de los objetivos del movimiento racionalista es el tratar de educar a la gente para que tome decisiones basándose más en la razón. El hecho mismo de que exista tal movimiento, que haya cursillos para enseñar racionalismo a gente interesada en el asunto, etc. es que, precisamente, tiene a suceder lo contrario.
  • Los experimentos de campo tienden a confirmar que la cultura es, esencialmente, lo que mejor explica las decisiones que toman los individuos reales.
  • En todo caso, racionalidad, cultura y biología están alineados en multitud de ocasiones (por lo que es difícil separar unas causas de otras).
  • Y muchas otras cosas que sería muy aburrido detallar.

Pero está bien tener en mente esa trifecta para entender y establecer una serie de coordenadas en las discusiones que de vez en cuando surgen sobre el asunto.

Unas cuantas notas sobre política

Orden sin ley

Al ala libertaria del movimiento libertario le encanta crear experimentos mentales y citar anécdotas de los que se infiere que sería posible tener sociedades relativamente ordenadas sin necesidad de un estado y un sistema legal al uso. Dentro de ese casi género literario se encuentra el libro Order Without Law, reseñado aquí. Argumenta a través de la experiencia de los granjeros de cierto condado de California, que a través de un sistema de presión social han solucionado una serie de problemas que en otros lugares requieren la intervención del monopolista de la violencia.

Necesitamos entrenar y mejorar nuestros prejuicios

Participé recientemente en una reunión de un club de lectura racionalista en el que se discutieron los dos primeros capítulos del libro Superforecasting. El segundo discute, entre otras cosas, los sistemas 1 y 2 de pensamiento que popularizó Kahneman en su famoso libro Thinking, Fast and Slow.

El sistema 1 tiene bastante mala prensa: es rápido, intuitivo, irreflexivo. En una lectura superficial de los dos libros anteriores, parecería que existe una recomendación explícita de tratar de evitar razonamientos y decisiones basadas en el sistema 1 y hacer un esfuerzo permanente por activar el sistema 2. Sin embargo, esta recomendación tiene las patas cortas; por su propia naturaleza, el sistema 2 no puede ser activado tan a menudo como sería deseable: es lento, consume mucha energía y produce fatiga. Estamos abocados a recurrir al sistema 1: no podemos reemplazarlo.

Recordatorio periódico: el rol del estado

En España es popular un discurso según el cual el estado tiene un papel fundamental en la provisión de sanidad y educación. Como si proporcionar sanidad y educación es el fin y la justificación del estado (y de las servidumbres asociadas a su existencia, como los impuestos, etc.). (Obviamente, “sanidad y educación” es solo un meme tamaño pancarta (o tuit): en realidad, los que lo defienden no quieren decir que el estado deba restringirse a esas tareas, pero es no obstante significativo que se trate de las que subrayen con mayor ahínco). Cuando sanidad y educación son servicios que en muchas sociedades exitosas son de provisión privada —aun cuando el estado desempeñe en ellas cierto papel corrigiendo algunos desajustes del mercado—.

Unas cuantas notas sobre economía

El artículo La guerra del paracetamol: una historia de la decadencia de los Gobiernos europeos es una soflama mercantilista a cuenta de que una empresa francesa ha vendido a inversores extranjeros una filial de medicamentos sin receta. Tiene valor en cuanto que refleja el ambiente intelectual de la época en que vivimos. Por ejemplo,

Este escenario debería incitar una seria reflexión sobre la necesidad de la inversión extranjera y en qué términos ha de producirse. Un fondo que entra en el accionariado (o que adquiere) una empresa que funciona razonablemente bien solo aspira a recibir dividendos que se mantengan en el tiempo o a vender lo ahora adquirido con un sobreprecio. Ninguna consecuencia positiva tiene ese propósito para el desarrollo de la empresa, para sus productos o servicios, para sus trabajadores y para los mismos consumidores. Esa inversión no es necesaria, y menos aún en la medida en que suele exigir una gestión que aumente el número de beneficios en lugar de mejorar la empresa. Las inversiones que restan mucho más de lo que aportan debería ser desincentivadas, al mismo tiempo que debería promoverse aquella cuya intención es crear algo nuevo, activar lo existente o impulsar los sectores que cuentan con posibilidades. La inversión productiva debería ser bienvenida y la rentista limitada al máximo.

Supervivencia y las riadas en Valencia de estos días

Siendo este un blog en el que se razona alrededor del concepto de la supervivencia y que, a la vez, a la hora en que esto se redacta, 202 (oficialmente) personas no han logrado sobrevivir a una desgraciada riada, parece adecuado dedicarle unas líneas al asunto. Se agruparán en dos interpretaciones, una negativa y otra menos negativa, sobre el asunto.

La negativa es que vivimos solo en una sociedad posindustrial. Posindustrial es una sociedad en la que gracias al desarrollo de la economía (y la industria, en particular), se vive en la seguridad de que la supervivencia está razonablemente garantizada: tenemos comida en la nevera, no nos acechan osos hambrientos en el calle, etc. Eso nos permite dedicar más esfuerzo a otros menesteres en los pisos superiores de la pirámide de Maslow, desde redactar informes de impacto de género para el proyecto de un puente peatonal en adelante. Pero nos hemos olvidado —si no, no existiría este blog— de que no somos lo suficientemente posindustriales, que faltan cosas por hacer y que tenemos que seguir manteniendo agudo el sentido de la alerta. Cualquier número de periódico de los últimos tiempos da cuenta de problemas que ayer nos absorbieron y que hoy nos parecen ridículos.

Conceptos importantes (pero no lo suficientemente conocidos) para entender lo que ocurre hoy: los anticomunes

El asunto de los comunes y su tragedia es, pienso, sobradamente conocido ya. Pero como concepto o modelo para entender lo que ocurre no es tan útil como el concepto dual de los anticomunes. Le he pedido a Perplexity que me muestre unos cuantos ejemplos de la cosa y, prácticamente me ha escrito la entrada completamente. Me ha dicho:

La literatura cita varios ejemplos para ilustrar el concepto de los anticomunes:

¿Dónde están las cooperativas de viviendas?

Esta entrada plantea una pregunta a la que ya contesté la semana pasada.

El contexto en el que se plantea es el siguiente:

  • El fin de semana pasado hubo una gran manifestación en Madrid para exigir una vivienda más accesible.
  • Da la impresión de que muchos de los manifestantes responsabilizaban a los rentistas (en concreto) y al afán de lucro y al capitalismo (más en general) como los causantes del déficit de vivienda (asequible).
  • Casualmente, el autor de estas líneas se encontraba en casa de sus padres ese día. Dicha casa fue construida por una cooperativa de viviendas en la que participaron docenas de futuros propietarios a principios de los ochenta.
  • En esa época, de hecho, era un procedimiento bastante habitual para construir nuevas viviendas.
  • Pero parece que actualmente, ya no. Según el informe de gestión del 2023 de Concovi, la confederación de cooperativas de vivienda, en 2023 apenas 10k viviendas fueron promovidas por estas cooperativas, un número que lleva un par de años descendiendo desde los máximos de unos 12k en 2021.

La pregunta, ahora, se formula sola: ¿por qué no se organizan todos esos manifestantes en cooperativas para adquirir terrenos y construir viviendas a precio de coste y al margen de ese mercado que tanto, dicen, los desfavorece? No es que —sucede, más bien, al contrario— la legislación ponga trabas a la creación de cooperativas. ¿Por qué —en lugar de protestar— no utilizan estos recursos al margen de ese mercado del que reniegan para construir sus propias viviendas?

Lo que dizque hay que saber sobre las cooperativas no es esto

Esta entrada tiene que ver con la publicación en NadaEsGratis de Sin Patrón: Primer Empleo en una Cooperativa. Es un pequeño artículo que leí con la intención —a priori— de ver mi micromodelo sobre las cooperativas felizmente confirmado una vez más.

Mi micromodelo sobre el asunto es simple: que no funcionan. Sobre el papel, —y en las mentes de muchos— solo ofrecen ventajas; la legislación les proporciona aún más en casi todos los países. Y sin embargo, —Mondragón es la excepción en boca de todos que sirve de confirmación de la regla— las cooperativas desempeñan un papel marginal en la economía.

Más sobre la educación universitaria como industria exportadora

I.

El otro día escribí:

Joseph Heath ha vuelto a bloguear y a escrbir cosas como Canadians should think of higher education as an export industry. España podría también —tiene un enorme mercado pontencial—, pero, para eso habría que… Vamos, que no podría.

El artículo de Heath no dice nada extravagante ni que no se pueda extrapolar fácilmente del título: la educación en Canadá tiene buena reputación y muchos estudiantes de todo el mundo estarían dispuestos a pagar para formarse allí.

La educación universitaria como industria exportadora y cuatro asuntos más

En este artículo de The Economist se argumenta en torno a dos ideas. La primera, que mucha de nuestra interacción social está basada en rituales más o menos automáticos. La segunda, que los LLMs son particularmente capaces de automatizar tareas repetitivas. Combinadas, ambas, se predican consecuencias fácilmente adivinables.

Hay un famoso artículo sobre cómo la gente asegura sentir menos hambre al salir que al entrar en un restaurante. Este otro artículo viene a demostrar algo parecido: que la construcción de nuevas viviendas, aunque sean de alto standing, contribuye a reducir el precio de las viviendas más asequibles. En ambos casos, restaurantes y viviendas, podría decirse que es ocioso tratar de demostrar nada y que los efectos pueden deducirse prácticamente desde primeros principios, que son más una tautología que un hecho empírico. Sin embargo, me temo que por cuestiones de cerrazón ideológica, muchos querrán verlo de otra manera y eso justifica el análisis cuantitativo de la cosa. Pero, vamos, en libros como el recomendadísimo Order without design - How Markets Shape Cities, de Alain Bertaud, se habla del asunto hasta la saciedad.