Escribe Gustavo Bueno que:
En tanto que los mitos asumen el papel de interpretar el mundo, sus efectos pueden ser diversos. Hay mitos luminosos y esclarecedores. Hay mitos ambiguos o claroscuros. Y mitos oscurantistas y confusionarios.
Dicen que dijo G. Box:
All models are wrong, but some are useful.
¿NO vienen a decir, en el fondo, lo mismo?
Dos echan algo a suertes, a cara o cruz. Uno toma una moneda, la deposita sobre la palma de la mano, la empuja suavemente hacia arriba, la moneda asciende apenas dos centímetros y, sin llegar a rotar, cae otra vez sobre la palma en la misma posición de partida. Difícilmente podría aceptarse el resultado.
Uno querría ver la moneda trazar un arco suficiente y constatar que rota cierto número de veces en el aire.
En una esquina, Ortega (y Gasset), con su aforismo yo soy yo y mi circunstancia (que no merece la pena desarrollar aquí).
En la otra, Rawls y su velo de ignorancia. Que es una antítesis del principio orteguiano y que viene a decir que solo despojándose de las circunstancias particulares —ignorándolas o situándose detrás de un velo que impida conocerlas— puede uno llegar a tomar decisiones justas.
Así las cosas, un somero repaso de la prensa nos enseña que Rawls apenas le aguanta dos asaltos a Ortega.
Utilitarismo y paretianismo (no volveré a marcarlo en lo sucesivo) son dos criterios de aceptabilidad de una determinada medida. Pero nada mejor para entenderlos y compararlos que la siguiente gráfica (extraída de un libro de Joseph Heath que no viene al caso):
Creo que lo dice todo. Pero para que no haya lugar a dudas, lo que sigue.
El cuadrante que muestra la figura muestra potenciales estados del mundo. Sus coordenadas en los ejes X e Y muestran la utilidad de dicho estado para los jugadores 1 y 2.
El descriptivismo está de moda. El prescritivismo (o normativismo) se contempla con recelo.
El descriptivismo es entretenido. Puede considerarse una afición emparentada con la entomología o la filatelia. Consiste en coleccionar especímenes —cuanto más exóticos, mejor— y pincharlos sobre un corcho con un alfilerito. Tiene, por supuesto, una componente política y moral muy vecina de lo posmo. Pero no quiero abundar ahora en ella.
En esta entrada quiero romper una lanza en favor del prescritivismo desde un punto de vista inhabitual: el de la teoria de juegos.
Las ideas importantes, para ser verdaderamente operativas, tienen que cristalizar en el lenguaje: tenemos que poder referirnos a ellas con un nombre inequívoco, con una expresión breve. Las perífrasis y los abundamientos llenos de palabras no sirven, no son tan eficaces.
Uno de los problemas más graves que nos aquejan es el de la habitual confusión entre correlación y causalidad. Lo típico, como es bien conocido, consiste en confundir la primera con la segunda.
Esta entrada tercia en el conflicto de posturas entre Sokal y Latour que el primero, junto con su coautor, describe en Fashionable Nonsense: Postmodern Intellectuals’ Abuse of Science. En realidad, se enzarzan en dos capítulos distintos del libro, aunque para los efectos de esta entrada, el conflicto relevante es el que se describe en el capítulo dedicado a la sociología de la ciencia. Voy a comenzar con una breve semblanza de los dos protagonistas.
El ocasionalismo es una doctrina filosófica que no encuentra otra solución a que las cosas ocurran que el que esté Dios constantemente causándolas:
Malebranche, in contrast, denied all causal powers to creatures, including the intra-substantial powers endorsed by Leibniz. For Malebranche, even the internal states of a creature are mere occasions for God to bring about the relevant subsequent states. (Fuente)
Todo lo que vemos, según los ocasionalistas, son es el resultado de una miríada micromilagros divinos constantes.