¿Debería elaborarse un "barómetro à la CIS" entre los "artistas contemporáneos"?

La entrada de hoy versa sobre el siguiente vídeo:

  1. El mundo del arte contemporáneo en España está dominado por ciertas ideologías. En particular, la autora da a entender que entre los artistas contemporáneos que exhiben sus obras en los circuitos habituales en España existe un consenso básico en cuestiones que en la población general son problemáticas: el aborto, los toros, el feminismo, la inmigración, el neoliberalismo, la derecha, la izquierda, etc. Por abreviar, la autora la identifica con posturas de izquierda.
  2. Que eso es así porque las las instituciones que gestionan los fondos de promoción del arte contemporáneo, las que dan acceso a becas, exhibiciones, estancias, etc., están controladas por una estrecha élite que participa de esas ideologías singulares y que las promueven activamente desde sus posiciones de poder. Lo hacen, además, bloqueando el acceso a esos recursos a artistas que no son de su cuerda ideológica.
  3. Que detrás del fenómeno anterior se encuentra la pervivencia del krausismo en España, enquistado en determinados puestos —menciona explícitamente ciertas cátedras de estética— y quienes los ostentan.

Estos argumentos se mezclan, como digo, con otros sobre los que me es mucho más difícil pronunciarme y que no sé siquiera si podré transcribir fiel a la intención de la autora. A saber:

  1. Si un arte ideológicamente comprometido es o no propiamente arte (o si se desliza por el terreno de la propaganda).
  2. Relacionado con lo anterior, algo que sí que menciona la autora de pasada en el vídeo aunque no desarrolla como en cierto momento parece dar a entender: ¿entraría dentro de esa categoría anterior el arte religioso?
  3. Si desde las instituciones públicas (españolas) debería desincentivarse el arte de los partidarios de ciertas ideologías trituradoras de la idea nación española —distáxicas, en la terminología de la escuela del materialismo filosófico— y sustituirlas por otras más convenientes para su sostenimiento y florecimiento. No quedando claro, de nuevo, si esto entra o no en contradicción con el primero de la segunda serie de puntos.

El vídeo en cuestión ha sido origen de una serie de réplicas y sus contrarréplicas más o menos afortunadas sobre las que tampoco quiero pronunciarme.

Quiero no más que señalar que acerca del primero de los puntos, el de si el mundillo del arte contemporáneo en España es un Mare Nostrum ideológico, la autora argumenta como si instalada sobre el proverbial no tengo pruebas, pero tampoco dudas. Hay que tener en cuenta de que un juicio de esa naturaleza es eminentemente empírico; pero que tal como lo plantea la autora, parece simplemente una opinión de parte. Gran parte de las energías que ha consumido y que seguirá consumiendo este debate bien podrían reencauzarse en buscar un sustrato material, tangible, numérico, a esa punto de partida. De otra manera, el vídeo no deja de ser una petición de principio de casi una hora de duración.

Podría tomarse, por ejemplo, la lista de las últimas grandes exposiciones, de los últimos becados, de las más recientes plazas concedidas en el ámbito del arte contemporáneo, realizar una muestra representativa con las preceptivas garantías estadísticas, analizar el sesgo político de los entrevistados y su opinión sobre ciertos asuntos estimados relevantes y poder así poner encima de la mesa una memoria con números, gráficos y tablas alrededor de la cual poder llevar a cabo un debate menos ideológico.

Porque, recuérdese, la ideología es un conocimiento apriorístico sobre cierta materia, mientras que Kant reconocería la cuestión aquí tratada como asunto enteramente perteneciente al mundo de los juicios sintéticos a posteriori.