Un marco para entender caritativamente el terraplanismo y otras anomalías epistemológicas
La creencia en la mayor parte de las cosas de las que estoy convencido está basada en la confianza en terceras personas.
Así comienza el ensayo Minimal-trust investigations de Holden Karnofsky.
En él discute cómo investigar esas cosas en las que uno cree a través de la confianza en terceros —a través de un proceso que denomina investigaciones de confianza mínima— y sobre todo si merece la pena. La conclusión a la que llega es:
Creo que estas investigaciones consumen demasiado tiempo y es impráctico confiar en ellas por defecto. Aunque creo que son muy útiles para crear intuiciones sobre en quién, cuándo, sobre qué temas y por qué confiar.
El terraplanismo y otras anomalías epistemológicas pueden entenderse como versiones un poco caricaturescas de esa pulsión a no creer otra cosa que la que se ve y toca:
Dijéronle pues los otros discípulos: Al Señor hemos visto. Y él les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré.
En ese sentido, es muy elocuente la siguiente confesión de un exterraplanista:
La posición de los terraplanistas es, en cierto sutil sentido, más respetable que la del paisanaje dócil. Habría que invitarles, sin embargo, a que cuantificasen el porcentaje de lo que dan por sabido por confiar en otros y que hiciesen un esfuerzo por caracterizar adecuadamente de quiénes, en qué, cuándo, cómo y con qué nivel de exigencia lo hacen.