El problema de las soluciones sin problema (y II)

La entrada homónima de la semana pasada ha devenido serie tras leer Is Science a Public Good?, que ChatGPT y yo resumimos así:

  • La ciencia se considera a menudo un bien público, pero su difusión y uso en la economía es problemática: las ideas no siempre son fácil ni directamente utilizables y cuesta que sean absorbidas por las empresas.
  • El debate sobre si la ciencia es un bien público tiene importantes implicaciones políticas:
    • Si la ciencia es un bien público, los subsidios a las universidades son cruciales para estimular la I+D y el crecimiento económico.
    • Por el contrario, si el beneficio de las ideas está estrechamente ligada a su aplicación, un exceso de financiación pública en la investigación universitaria podría obstaculizar el crecimiento económico. En particular, que los científicos trabajen en las universidades en lugar de en las empresas afectar a la productividad.
  • La expansión de las universidades y la ciencia gubernamental ha coincidido con una desaceleración de la productividad. La evidencia empírica sugiere que los motivos son:
    • El movimiento de talento fuera de las empresas hacia las universidades.
    • La reducción de la capacidad de las empresas para generar ideas y adoptar innovaciones académicas.

El vínculo con la entrada anterior es evidente: mucha de la investigación pública produce soluciones, cantidades industriales de ellas. Solo que da la impresión de que no se tiene muy claro de qué problemas reales.

Hubo tal vez un tiempo en el que la humanidad se enfrentaba a problemas acuciantes. Podría haberse hecho una lista. Y gente muy inteligente se ocupaba de algunos de ellos para solucionarlos o, al menos, reducir su gravedad. Seguimos pensando que las cosas siguen funcionando igual, pero bien puede estar ocurriendo que se haya alterado el mecanismo de emparejamiento de problemas y soluciones y que los solucionadores profesionales busquen —por algún motivo fácilmente adivinable— las que nadie les ha pedido.