La muy posmo tasa de municipal de basuras
El posmodernismo, descrito brevemente, consiste en lo siguiente:
- La realidad del mundo es irrelevante.
- Lo relevante son los discursos que genera el poder.
El poder está en Bruselas, Bruselas redacta muchas directivas y a las directivas y a sus autores les suda mucho cómo sea el mundo realmente: mandan y cobran igual.
Ahora Bruselas quiere que en toda la UE, el servicio de recogida de basuras se orqueste como se indica debajo.
Pero antes, una digresión alegórica.
Digresión alegórica
En el municipio de Magerit el pan es gratis. Existe una serie de economatos municipales donde se dispensa pan. Los habitantes de Magerit acuden a su economato, piden pan y una funcionaria se lo da. Si piden tres barras, les dan tres barras; si piden cinco, cinco reciben. Etc. El pan, obviamente, no sale de la nada: cuesta dinero. Pero el ayuntamiento de Magerit lo financia a través del IBI.
Obviamente, en Magerit se consumiría mucho pan. Demasiado. Y se malgastaría mucho, además.
De modo que a algún munícipe se le podría ocurrir cobrar una cantidad por barra de pan que cubriese su coste. Además, gracias a eso, podría reducirse el IBI, dado que el ayuntamiento ya no tendría que asumir el coste del pan.
Vuelta al hilo principal
Bruselas alucina a lo ChatGPT con que la basura es como el pan de Magerit. Sabe que actualmente la gente tira tanta basura el contenedor como se le ocurre; que esta es recogida por camiones gestionados por los ayuntamientos y que el servicio se sufraga a través de impuestos. Y se le ocurre lo mismo que a aquel alcalde perspicaz: cobrar por uso. Con lo cual, entre otras cosas, se generaría menos basura —igual que en Magerit se consumiría menos pan— y, con ello, se le asestaría una monumental lanzada en el pecho al dragón alevoso del cambio climático.
De hecho, no es cobrar por uso porque Bruselas ni recoge basuras ni cobra por ello. Bruselas, más bien, redacta una directiva para obligar a todo ayuntamiento sobre la faz de la UE a financiar la recogida de basuras no como mejor entiendan sus responsables democráticamente elegidos, sino como a ellos se les ocurre.
Para los ayuntamientos, la medida es agridulce:
- Por un lado, los obliga a diseñar un sistema en el que parezca que la basura se cobra al kilo, como las lentejas en la tienda. Lo cual, como es tarea imposible, los obliga a parecer tarados mentales, implementen lo que implementen.
- Por el otro, les proporciona una fuente adicional de ingresos. Porque ni hartos de vino van a modificar el IBI a la baja, como sería lo suyo, para compensar.
Pero en el mundo:
- Para el común de la ciudadanía, la generación de basura es inelástica al precio de retirada.
- Pero es que, además, los mecanismos de estimación de la tarifa orquestados por los ayuntamientos, destruyen totalmente la potencial relación entre su cuantía y cualquier cambio de comportamiento en la ciudadanía. En un mundo perfecto, si yo quisiese minorar la tasa de gestión de basuras, tendría que intentar generar menos basuras; en Madrid, sin embargo, para hacerlo tendría que mudarme a una casa más pequeña.
Así que, en la práctica, todo este tinglado parecería un episodio más de la serie titulada “Lo de la lucha contra el cambio climático es solo una excusa para limpiar la cartera del contribuyente”.