Sobre la "greedflation"

La “greedflation” es una seudoexplicación causal de la inflación: a las empresas, de repente, les da por subir precios más o menos simultáneamente y eso desemboca en una espiral inflacionista. Se trata de una teoría muy arraigada en ciertos sectores ideológicos.

Así por ejemplo resume la prensa los motivos detrás de la creación del nuevo Observatorio de Beneficios Empresariales:

El propio secretario de Estado de Economía, Gonzalo García, avanzó en el Congreso de los Diputados que el objetivo era lanzar el observatorio antes del final de junio y, salvo sorpresa de última hora, se cumplirá con el plazo. De esta forma, quedará ya publicado antes del inicio de la campaña electoral, que podría enturbiar la creación de una nueva estadística tan importante como es esta y con profundas implicaciones para las empresas, que llevan meses aprovechando la coyuntura inflacionista para elevar sus beneficios.

Hay que decir al respecto que el motivo oficial es estudiar los márgenes empresariales para sustentar en datos las negociaciones salariales, una cuestión relacionada solo tangencialmente con la greedflation, pero lo que percibe en ocasiones el público es lo que deja entrever más o menos capciosamente el articulista.

Es cierto que los precios suben porque los suben las empresas: son estas las que asumen la labor social de fijar los precios de las cosas. Pero no menos cierto que modificar los precios es una tarea aburrida y costosa: hay que pasar horas delante del escandallo, editar los catálogos, reetiquetar los productos, reimprimir los menús, editar la página web, explicárselo a los clientes, etc. Y no está exenta de riesgos: nunca se sabe cómo van a reaccionar los clientes a esos cambios.

Decir que las empresas pueden fijar precios es como decir que los mosquitos transmiten enfermedades (solo una minúscula fracción de ellos lo hacen) o que los [censurado] son todos delincuentes. Prueba de ello es que existe una estrategia de inversión que recibe particular interés en épocas de alta inflación que consiste en buscar empresas con poder de fijación de precios. Y no, no son todas: son solo unos cuantas empresas en una serie de sectores muy concretos las que tienen cierto poder efectivo en ese sentido. Por ejemplo, se lee aquí:

Los sectores con alta capacidad de fijación de precios y presiones de costes relativamente bajas son: el tabaco, los servicios públicos y el sector aeroespacial y de defensa europeos, los productores de contenidos de EEUU, las infraestructuras y utilities australianos, los monitores taiwaneses, y los productos chinos de oro y materiales para baterías. Es decir, valores como Swedish Match, Fortum, Disney, Himax y Tianqi Lithium Industries.

Por su parte, los sectores con menor capacidad de fijación de precios son: la venta al por menor de alimentos en Europa, los pagos en EEUU, la atención sanitaria en Corea y la industria china. Algunas acciones que Credit Suisse identifica dentro de estos sectores con una capacidad de fijación de precios débil de precios son Sainsbury, Western Union, Yuhan y Shanghai M&E.

Es decir, hay que hilar muy fino para encontrar esas empresas que están verdaderamente preparadas para navegar periodos de inflación alta. Muchas de elas, sin embargo, preferirían sin duda vivir en el status quo.

En cuanto al greedflation, digamos que es el resultado de confundir lo excepcional y con lo normal.