¿Podemos fiarnos de la opinión de los "expertos"? Una generalización del principio de Goodhart

Trajo Scott Alexander una entrada en su blog, WebMD, And The Tragedy Of Legible Expertise que resumo y reinterpreto aquí y que, también, invito a consultar por lo relevantes que son los ejemplos y casos de aplicación que discute y que aquí omito.

En el fondo, trata sobre cómo de fiable es la opinión de los expertos y, en particular, los expertos oficialmente designados como tales; p.e., las autoridades sanitarias como Fernando Simón en su día. Merece la pena reinterpretar todo lo que se dijo como una variación de la llamada ley de Goodhart, cuya formulación original,

Cualquier regularidad estadística observada tenderá a desplomarse una vez se presione para utilizarla con propósitos de control.

habría que mutar en algo así como

La fiabilidad de cualquier experto tenderá a desplomarse una vez sea oficialmente designado como tal.

El motivo está discutido hasta la saciedad en el artículo y, en resumen, consiste en que la tarea de un experto oficial es mucho más difícil que la de otro que, expresado poéticamente, solo ha de rendir cuentas a la verdad. Un experto oficial, solo por serlo, entra en un juego de equilibrios, intereses e incentivos que, frecuentemente, sesgan sus opiniones declaradas.

Coda

Releyendo la entrada anterior, establecí una relación adicional entre lo que trae y una idea prestada de Leo Strauss. Uno de los temas de este, parece ser, fue la de la indagación de mensajes y subtextos ocultos en los escritos de autores clásicos que, tal vez, no eran del todo libres para expresar abiertamente sus opiniones. Así, Scott escribe (con mi traducción):

La Directora de los CDC lee esos mismos documentos. Pero algún senador importante dice que si se anuncia la transmisión por aire, algunas industrias relevantes de su estado quebrarán. Ciudadanos Contra los Confinamientos argumenta que los CDC ya cometieron un error al hacer hincapié en la transmisión a través de las superficies de contacto, que más tarde se demostró que no existía […]; algún congresista comprensivo le dice a la directora que si comete ese mismo error por segunda vez, será destituida. Uno de los documentos que afirma que la transmisión por aire es imposible proviene de Stanford, y la Directora le debe un favor al decano del departamento de epidemiología de Stanford por ayudar a obtener apoyo para una de sus políticas en alguna ocasión. Así que la Directora emite un comunicado de prensa diciendo que la evidencia no es lo suficientemente fuerte como para afirmar definitivamente que la transmisión por aire ocurre y que revisarán el asunto más a fondo.

¡Así se cocina el subtexto!