Unas cuantas notas sobre economía
El artículo La guerra del paracetamol: una historia de la decadencia de los Gobiernos europeos es una soflama mercantilista a cuenta de que una empresa francesa ha vendido a inversores extranjeros una filial de medicamentos sin receta. Tiene valor en cuanto que refleja el ambiente intelectual de la época en que vivimos. Por ejemplo,
Este escenario debería incitar una seria reflexión sobre la necesidad de la inversión extranjera y en qué términos ha de producirse. Un fondo que entra en el accionariado (o que adquiere) una empresa que funciona razonablemente bien solo aspira a recibir dividendos que se mantengan en el tiempo o a vender lo ahora adquirido con un sobreprecio. Ninguna consecuencia positiva tiene ese propósito para el desarrollo de la empresa, para sus productos o servicios, para sus trabajadores y para los mismos consumidores. Esa inversión no es necesaria, y menos aún en la medida en que suele exigir una gestión que aumente el número de beneficios en lugar de mejorar la empresa. Las inversiones que restan mucho más de lo que aportan debería ser desincentivadas, al mismo tiempo que debería promoverse aquella cuya intención es crear algo nuevo, activar lo existente o impulsar los sectores que cuentan con posibilidades. La inversión productiva debería ser bienvenida y la rentista limitada al máximo.
John Cochrane escribe Stagnation and hope, que es imposible resumir sin reproducir en su totalidad. Contrasta el actual marasmo económico en el que se encuentran ciertos países —en particular, Alemania— y sus causas con un resumen de un resumen de una conferencia sobre el progreso económico, cómo reactivarlo y, más ambiciosamente, cómo volver a convertirlo en un objetivo deseable.
Es curioso este artículo, “Everyone Gains”: The Pretty Lie of Economics de Bryan Caplan, economista. A los economistas les encantan los equilibrios de Pareto, en los que es imposible obtener un resultado económicamente mejor sin perjudicar a ningún agente. El utilitarismo, por su parte, sí que permite perjudicar a algunos agentes si con ello se mejora algún tipo de indicador global (como la utilidad media). Lo que confiesa Caplan es algo que ya sospechábamos: en el fondo, Pareto nunca aplica. Así (con mi subrayado),
“Todos ganan” es un eslogan tonto e innecesario. Los economistas deberían abandonarlo en favor de algo más directo: “¿Sí, tengo una fuerte presunción moral a favor de la prosperidad humana general. ¿Estás realmente en desacuerdo?”
Como complemento a un artículo previo sobre lo que los economistas saben —y que el público en general no—, escribe Scott Sumner What economists don’t know. Discute en particular la recurrente querencia de los economistas por la política industrial y sus causas.
Y en Más de 100 plantas de cogeneración se apagan sin retribución tras años esperando las subastas del Gobierno se da cuenta de un sorprendente fracaso de la cogeneración y que utilizando un modelo simple, no se entiende. El modelo es el siguiente:
- Hay empresas que usan calor en sus procesos industriales.
- Para producir calor queman gas.
- Por la primera ley de la termodinámica, es posible extraer trabajo termodinámico (es decir, mover un generador) de esa combustión a muy alta temperatura y utilizar el calor resultante en el proceso industrial.
- Luego se genera un subproducto muy valioso (electricidad) del proceso de generación de calor.
Pero que parece que no es rentable sin ayudas. ¿Cuáles serán esos condicionantes de segundo orden que hacen inviable económicamente un proceso industrial tan sensato como la cogeneración?