La economía (como realidad) es dual, como el universo de Descartes. Hay una economía real (productos y servicios que se generan e intercambian) y una nominal (números que se apuntan y borran de una serie de libros contables).
La economía (como disciplina académica) estudia la economía real, estudia la economía nominal y estudia (como Descartes) la relación entre la una y la otra. Hay posturas para todos los gustos al respecto, pero es indudable que existen relaciones bidireccionales entre ambas.
Dentro del utilitarismo se ha discutido mucho la llamada conclusión repugnante. En su versión más concisa, dice que
Para cada población con un bienestar elevado, existe una población [tal vez hipotética] con un bienestar muy bajo que es preferible a la primera [desde un punto de vista formalmente, al menos, utilitarista].
El utilitarmismo también ofrece conclusiones repugnantes que bien podrían caricaturizarse así:
Si muchísima gente odia mucho a los habitantes de X, bombardear X es preferible a no hacerlo [desde un punto de vista formalmente, de nuevo, utilitarista].
Utilitarismo y paretianismo (no volveré a marcarlo en lo sucesivo) son dos criterios de aceptabilidad de una determinada medida. Pero nada mejor para entenderlos y compararlos que la siguiente gráfica (extraída de un libro de Joseph Heath que no viene al caso):
Creo que lo dice todo. Pero para que no haya lugar a dudas, lo que sigue.
El cuadrante que muestra la figura muestra potenciales estados del mundo. Sus coordenadas en los ejes X e Y muestran la utilidad de dicho estado para los jugadores 1 y 2.