Salvando, tal vez, al homo economicus
Lo del homo economicus siempre ha sido un mito. Pero léase esto que escribí sobre mitos y modelos.
El mito/modelo del homo economicus se dio por bueno durante mucho tiempo. Pero hoy está, sorprendentemente, en cuestión; véase esto como ejemplo de e introducción a una extensa literatura fácilmente resumible. La irracionalidad del ser humano en lo relativo a la gestión económica de sus asuntos es conocida desde siempre: toda una industria, la publicidad, está construida sobre esa premisa.
Hay un libro reciente de Jonathan Haidt, The Righteous Mind, que abunda en la tesis anterior bajo otra perspectiva. Pero que en una esquinita trae un párrafo revelador:
No estoy diciendo que debamos dejar de razonar y guiarnos por nuestras intuiciones. Las intuiciones a veces son mejores guías que el razonamiento para tomar decisiones de consumo y juicios interpersonales, pero a menudo son desastrosas como base para la política pública, la ciencia y el derecho. Más bien, lo que estoy diciendo es que debemos desconfiar de la capacidad de razonamiento de cualquier individuo. […] Cada individuo que razona es realmente bueno en una cosa: encontrar evidencia para apoyar la posición que ya tiene, generalmente por razones intuitivas. No deberíamos esperar que los individuos produzcan un razonamiento bueno, de mente abierta y en busca de la verdad, particularmente cuando el interés propio o las preocupaciones por la reputación están en juego. Pero si juntas a los individuos de la manera correcta, de modo que algunos individuos puedan usar sus poderes de razonamiento para refutar las afirmaciones de otros, y todos los individuos sienten algún vínculo común o destino compartido que les permita interactuar civilizadamente, puedes crear un grupo que termine produciendo un buen razonamiento como una propiedad emergente del sistema social.
Es decir, un comportamiento racional, un agente económico puede surgir (y no solo puede si no que es obvio que lo hace) a través del concurso interesado de varios agentes imperfectamente racionales.
Termino con varias notas.
- La primera es que no se me escapa que la erosión del concepto de homo economicus no se hace desde posiciones científicas (¡es obvio que no existía como tal!) sino, más bien, éticas.
- La segunda es que la ciencia económica estudia preferentemente problemas como en el estudio de los problemas tales como el funcionamiento mercado eléctrico, las subastas de espectro de frecuencia, la predisposición de los bancos a prestar —y su efecto o no en la inflación, etc. Y en ellos operan agentes de lo que uno espera un comportamiento racional
- La tercera y última es un elemento de sospecha: si al final no existe un homo economicus sino una serie de agentes seudorracionales que actúan por instintos y sensaciones circunstanciales, ¿tiene futuro la democracia tal como la pensamos?