A cierta gente se a la acusa de irracional por decir cosas como esta:
— ¿Es este el verano más caluroso que recuerdas?
— No, en absoluto. Sin ir más lejos, en 2003…
Se sigue un diagnóstico de irracionalidad: ¿por qué no consulta Vd. los registros históricos de temperatura? ¿No sabe Vd. que la memoria juega malas pasadas? ¡La ciencia sicológica lo tiene plusquamdocumentado!
El problema, sin embargo, estriba en que el diálogo anterior suele ser un extracto de una conversación más larga:
Lo del homo economicus siempre ha sido un mito. Pero léase (¡lease!) esto.
El mito/modelo del homo economicus se dio por bueno durante mucho tiempo. Pero hoy está, sorprendentemente, en cuestión; véase esto como ejemplo de e introducción a una extensa literatura fácilmente resumible.
Es sorprendente la irracionalidad del ser humano en lo relativo a la gestión económica de sus asuntos es conocida desde siempre: toda una industria, la publicidad, está construida sobre esa premisa.
La economía clásica supone que los agentes son racionales. Por algún motivo, se ha dado a entender que dichos agentes son seres humanos y de ahí el mito del homo economicus, etc. aunque bien sabemos que pueden ser empresas u otro tipo de organismos no sujetos (directamente) a la tiranía de la endocrinología.
Uno de los descubrimientos de la economía (o de sus críticos, finalmente cooptados) es la de que los seres humanos no actúan necesariamente de acuerdo con los principios axiomáticos sobre los que se basa la economía clásica.