Si algo sabemos de las reglas morales es que varían en el tiempo. Se puede aventurar —aunque la relación exacta merece un análisis más detallado— que responden a las condiciones materiales de cada época. Por supuesto, con sus crisis de aclimatación.
Que el aborto sea un derecho reconocido —manifestación legal de un estado de opinión moral preponderante— responde a las circunstancias materiales muy concretas del mundo que vivimos. No lo fue, sin embargo, del que ya no existe y, argumento debajo, no lo será de uno futuro muy plausible.
Permítaseme esta entrada especulativa sobre el futuro del trabajo.
Lo que argumentaré:
El problema del desempleo dejará de serlo pronto. Pero tendremos muchos trabajadores pobres. Obdulio, en los 60, se aferraba como una lapa a la clase media. Estaba pluriempleado, cosido a letras y mantenía, además de la suya, cinco bocas: las de su esposa, sus tres churrumbeles y su mamá política, recientemente enviudada. En su hogar, cada trabajador soportaba cinco inactivos que comían todos los días.
Hoy en día existen leyes permisivas —por calificarlas de alguna manera— con el aborto que reflejan el sentir popular actual sobre el asunto.
Pero es entretenido pensar cómo pudiera pendular dicho sentir en el momento en el que arrecie la crisis demográfica hacia la que nos encaminamos. Y, como consecuencia de ello, en qué dirección podría virar la legislación venidera.
El futuro va a ser, sin duda, entretenido.