Medios

¿Hemos olvidado de cómo construir (viviendas)?

Unas cuantas noticias de antes de 2008: El número de viviendas construidas en España superará las 600.000 en 2007 España construye casi un tercio de todas las viviendas de la UE España edificó el año pasado más viviendas que la suma de Alemania, Italia y Francia Un par de noticias recientes: “El problema del sector inmobiliario es que no ha innovado: sigue poniendo ladrillos y dando yeso” España necesita un millón de viviendas para hacer frente al déficit actual, según el MIVAU Eso necesita ser explicado (y, desde luego, el problema no parece ser tecnológico).

Medios antilombriz

Cultivo lombrices en casa —capturé unos cuantos ejemplares en la orilla del río— con la esperanza vagamente inspirada en conocimiento científico de que, en el momento en que se afiance y crezca la colonia, me ayuden a transformar basura en suelo rico para las macetas. Hay medios (de comunicación) que funcional al revés: transforman información rica pero que no puede ser adecuadamente procesada por el ciudadano del percentil 60-70 para abajo, en basura informativa fácilmente asimilable.

Mercados de predicciones: ¿sí o no?

Tiene Scott Alexander un promptuario de sobre mercados de apuestas en el que: Se declara partidario entusiasta de su uso. Explica por qué son útiles: p.e., un periodista, en lugar de decir que “se cree que pasará X” puede escribir “la probabilidad de que ocurra X es del Y% según tal mercado de apuestas”, enriqueciendo el debate público. Sostiene y justifica que funcionan mejor que las opiniones de los expertos. Sostiene y justifica que no pueden ser (fácilmente) manipulados (en la práctica).

Confía en mí, estoy mintiendo, etc.

Pese a la aparente contradicción, escribo para recomendar un libro que dudo en terminar de leer: Confía en mí, estoy mintiendo; confesiones de un manipulador de medios. Como casi todos los libros del género no-ficción pop, está muy sobrado de páginas. Con veinte o treinta más una serie de capítulos opcionales para entretenerse con anécdotas, bastaría. La industria editorial prefiere aferrarse a la tradición que establece las dimensiones físicas mínimas de ese objeto que llamamos libro que a mantener un ratio razonable entre ideas relevantes y número de palabras.