¿Una ética a prueba del paso del tiempo?

A Holden Karnofsky le aterra pensar qué dirán de él en el futuro. Nos lo cuenta en Future-proof ethics donde viene a decir que la ética del sentido común imperante en un momento histórico concreto no ha funcionado correctamente y se plantea la conveniencia o necesidad de adecuar su comportamiento al nivel de exigencia ética del futuro. Supongo que para que no le pasen a sus estatuas lo que a las de Colón, supongo.

El argumento que sigue viene a ser, en líneas generales, este: existe un comportamiento ético correcto pero desconocido y existe también un progreso moral que va revelando y adoptando verdades morales del mismo modo que la física va revelando los misterios de la realidad física, permitiendo así el desarrollo tecnológico. Karnofsky planta el adelantarse al estado actual de la ciencia moral y adoptar hoy las tecnologías morales del futuro para no ser visto en doscientos años como un cavernícola ético.

Existe un planteamiento alternativo de la realidad moral bajo el que el programa anterior no solo es irrealizable, sino directamente peligroso. En concreto, peligroso para la existencia de quienes se planteen seguir el planeamiento anterior.

Es el siguiente (que fue esbozado aquí): Las reglas morales no son otra cosa que reglas establecidas por aquellos grupos a los que pertenecemos para, precisamente, preservar la supervivencia de dichos grupos. Las reglas que rigen el comportamiento de nuestras familias, nuestro lugar de trabajo, nuestra empresa, nuestra parroquia, nuestro municipio, nuestro país, etc. están moldeadas por la evolución para que nuestras familias, empresas, municipios, países, etc. existan en lugar de haberse extinguido. Incluso las reglas que operan en nuestro círculo más íntimo, el que constituimos cada uno de nosotros individualmente (como, p.e., cepillarse los dientes regularmente) están dirigidas a garantizar nuestra propia existencia.

Tratar de alterar nuestro comportamiento de acuerdo con el programa propuesto por Karnofsky significaría poner en riesgo nuestra existencia actual —podrían implicar abandonar nuestro trabajo, abandonar nuestros grupos de amigos, etc.— para complacer a gente anónima del futuro. Tal vez eso contribuya a que sobreviva nuestra memoria en un futuro lejano; pero posiblemente a costa de que no sobrevivamos nosotros ahora.