Tras la invasión de Ucrania, ¿incrementar el gasto militar?

El gasto militar —hablo desde una prespectiva intra-OTAN, por supuesto— previo a la invasión rusa de Ucrania era el que era, entiendo, como combinación de dos (¿tres?) factores:

  1. La probabilidad de que los enemigos potenciales de la OTAN adoptasen políticas agresivas.
  2. La capacidad militar de dichos enemigos potenciales.
  3. (Obviamente, porque tampoco hay que chuparse el dedo, el cortoplacismo o no de los responsables políticos.)

En realidad, el primer factor es poco relevante: el gasto militar debería ser suficiente para cubrir la eventualidad de que, efectivamente, los enemigos potenciales de la OTAN hiciesen cosas como las que contemplamos en Ucrania estos días. Esto es consecuencia del recomendable instalarse en el peor de los escenarios posibles junto con el clásico si vis pacem

Dejando de lado la cuestión disuasoria, el nivel racional de gasto en defensa es un puro problema de decisión bajo incertidumbre. Como desconocemos la potencia real del enemigo, debemos situar nuestro nivel de gasto no en un nivel suficiente para poder enfrentarnos a su nivel esperado de potencial militar —o su mejor estimación— sino a un nivel superior que tenga en cuenta la incertidumbre de dicha estimación.

Lo que pone en evidencia la invasión rusa de Ucrania es que el poderío militar ruso había sido greatly exaggerated (por remedar a Mark Twain). Toca pues actualizar las estimaciones bajo las que se dimensionaron los actuales ejércitos y, sin duda, muy a la baja.

Coda

El hecho de que Rusia haya atacado Ucrania incrementa la probabilidad del factor (1) en la lista anterior. Sin embargo, como he argumentado, esa probabilidad es prácticamente irrelevante en la determinación del nivel óptimo de gasto en defensa: hay que dar siempre la potencial agresión por cierta. El siguiente ejemplo ilustra el razonamiento. Supóngase que el enemigo potencial tiene un ejército de nivel 10 y la probabilidad de que nos ataque es del 50%. Tendría poco sentido usar esa probabilidad para ponderar las necesidades de defensa propias y estimar, como consecuencia, que nos bastaría un ejército de nivel 5 para ponernos a un nivel suficiente como para garantizar nuestra propia seguridad. No existe un pooling de riesgos como pudiera haberlo al contratar un seguro: a la hora de dimensionar, hay que dar como segura la agresión.