La disidencia, ¿"bug" o "feature"?

Esta entrada es producto de unas reflexiones que me vinieron a la cabeza el otro día mientras un par de antivacunas se explicaban larga y redundantemente.

No era gente estúpida —ambos eran físicos, uno de ellos doctor— pero como los argumentos —ya sabemos que el logos no es la mula sino el carro, ¿no?— me aburrían, me entretuve ponderando la siguiente hipótesis, que convengo, es altamente hipotética.

Sabemos, y ya nos lo dijo Aristóteles, que somos animales políticos (o sociales).Pero lo que nadie ha dicho es que seamos animales gregarios. Tal vez porque somos empíricamente conscientes de que cada vez que se ha puesto encima de la mesa un asunto con expectativas de universalidad —piénsese: el heliocentrismo, la redondez de la tierra, la exquisitez del jamón serrano, la inmaculada concepción de María, el geocentrismo, el comunismo, la evolución, la inocuidad del 5G, la vacuna del sarampión, el progreso, etc.— un porcentaje minoritario pero significativo de la población ha enarbolado inopinadamente el pendón de la disidencia.

Obviamente, no somos una especie ovejil.

Pero, ¿es esto bug o feature?

Para muchos, lo primero. No se explican cómo puede haber gente que no solo adopte posiciones contrarias al consenso —siempre tan justificadísimo por los argumentos en boga en el momento histórico concreto—. Algunas de las páginas más oscuras de la historia de la humanidad describen precisamente los intentos por corregir ese bug manu militari.

Pero, ¿y si fuese feature? ¿Y si estuviésemos evolutivamente programados a lanzar un dado interno de 10 caras y, si sale 1, negar que el agua moje? ¿No podría ser un mecanismo —todo lo ineficiente que se quiera— para evitar que la especie quede atrapada en un pozo evolutivo, incapaz de saltar a un estadio superior porque dizque la barrera que los separa es infranqueable?

Estos escépticos (de la variante lunática) podrían ser los tontos útiles de nuestra especie —o de nuestros genes, si se quiere explotar la metafísica materialista de Dawkings— que tienen como misión explorar alternativas a la realidad oficial.

De hecho, debemos mucho a algunos de esos lunáticos: Sócrates, Colón, Galileo, Nash, Einstein, San Pablo, etc.

Aunque la inmensa mayoría del resto den por saco. Mucho.

Tal es mi aventurada hipótesis.