GDPR vivida

Mario Conde es abogado. Todos sabemos que pasó una temporada en la cárcel. Menos conocido es que acabó escribiendo un libro —que, obviamente, no he leído— con un título que dice muchas cosas: Derecho penitenciario vivido. Supongo que podrían escribirse muchos otros libros similares acerca de cualquier otra ley: ley orgánica de la educación (cualquiera de ellas) vivida, etc. Cada uno podrá traer sus propios ejemplos.

Lo que podemos aprender del título de ese libro es que media —o puede mediar— una distancia considerable entre los pretendidos efectos de la ley —frecuentemente glosados en el preámbulo en términos nada sorprendentemente optimistas de su aún no probada eficacia— y los que se obtienen tras su entrada en vigor. (Escribe esto alguien que en 2007-2008 se ganaba la vida reescribiendo en forma de software la norma internacional imperante en el momento, Basilea II, para reducir la probabilidad y mitigar el impacto de una crisis del sistema global de crédito. El colapso de Lehman Brothers lo sorprendió picando código.)

El autor es sumamente crítico de la GDPR. Esta postura es original en tanto que minoritaria pero no en su sustancia: los problemas y efectos de la GDPR han sido sobradamente descritos por ahí y basta con buscar en Google gdpr effects: uno aprende que todo (lo que toca la GDPR) es más caro y más difícil; que la GDPR ha erigido importantes barreras de entrada en determinados sectores, etc.

Personalmente, soy una víctima directa de la GDPR. El impacto es difícilmente cuantificable —¿cuántos proyectos habrían salido adelante de no haberse encarecido o imposibilitado a causa de la GDPR?, etc.— pero existe, sin duda.

Mi falta de entusiasmo por la GDPR se traduce en que periodicamente denuncio alguno de sus efectos perniciosos públicamente en Twitter. Curiosamenete, la respuesta que he obtenido en alguna ocasión que he criticado las consecuencias vividas (o de facto) de algún aspecto de la GDPR ha sido, texto legal en mano, que aquello que denuncio no existe de iure.

Es la confusión entre ambas caras de la ley, la positiva y la vivida, la que me ha motivado a escribir esta entrada. Espero que sirva de advertencia a quienes —tal vez por falta de exposición al mundo tal cual es— tienden a confundir BOE y realidad.