Dos metáforas físico-mecánicas de la economía

Esta es una —conocidísima— metáfora físico-mecánica (¿físico-hidráulica?) de la economía:

Trolley problem

[Para saber más acerca de ella, esto.]

La economía está representada un sistema de flujos que tratan de modelar su estado estacionario, su natural desarrollo en equilibrio.

Pero sea por la deformación profesional, sea por haber vivido las últimas grandes crisis económicas, sea por el motivo que sea, el autor prefiere otra metáfora físico-mecánica —esta vez sin una materialización física real, sin su MONIAC y sus manivelas— basado en bastidores. Los bastidores están interconectados entre sí y su función es absorber impactos (shocks). El sistema tiene que construirse de manera que a pesar de que se introduzcan oscilaciones fuertes en algún sector, el sistema completo no entre en resonancia.

[Y sí, la concepción debe mucho al concepto de antifragilidad acuñado por Taleb.]

Los autónomos absorben los impactos de una manera distinta que los empleados. Para aquellos, los vaivenes son simplemente eso, vaivenes: muchos pueden permitirse ganar un 20%, 30%, 50% menos y seguir de pie. Para los empleados por cuenta ajena, los vaivenes tienen una naturaleza distinta: tienen un impacto de todo o nada. O bien sobreviven las crisis absolutamente incólumes —los vaivenes son absorbidos por sus empleadores de la forma que sea, como un incremento de su deuda— o son despedidos —y aquí, sí, se entiende el papel mitigador de los impactos de las prestaciones por desempleo, etc.— y soportan un impacto muy sustancial.

Unos agentes muy importantes en la absorción de impactos económicos son los bancos. De ahí los contantes test de solvencia a los que los somete el regulador y el debate sobre los llamados requisitos de capital. En la pasada crisis financiera vimos un shock concentrado originariamente en determinados sectores muy concretos de la economía (fundamentalmente, el ladrillo) propagarse a través de la banca (cuyo bastidor soportó presiones muy importantes y llegó a romperse parcialmente) hacia el núcleo, el estado, que sufrió un cuasirescate.

En España aú nno hemos conocido una crisis que haga mella en ese meollo de la economía que es el estado. Pero la hemos visto por televisión en Grecia. Y algunos aún nos acordamos del colapso de la Unión Soviética, una economía rocosa pero, como pudo constatarse, anti-anti-frágil.

Se puede pensar, por tanto, en las potenciales reformas económicas como procedimientos para que el líquido fluya más libremente y con menos tropiezos por los conductos de un MONIAC mental. O, alternativamente, como procedimientos para hacer más antifrágil el sistema, introduciendo medidas que incremente la ductilidad y el número de grados de libertad de los agentes que la integran.