Economía

Recordatorio periódico: el rol del estado

En España es popular un discurso según el cual el estado tiene un papel fundamental en la provisión de sanidad y educación. Como si proporcionar sanidad y educación es el fin y la justificación del estado (y de las servidumbres asociadas a su existencia, como los impuestos, etc.). (Obviamente, “sanidad y educación” es solo un meme tamaño pancarta (o tuit): en realidad, los que lo defienden no quieren decir que el estado deba restringirse a esas tareas, pero es no obstante significativo que se trate de las que subrayen con mayor ahínco). Cuando sanidad y educación son servicios que en muchas sociedades exitosas son de provisión privada —aun cuando el estado desempeñe en ellas cierto papel corrigiendo algunos desajustes del mercado—.

Unas cuantas notas sobre economía

El artículo La guerra del paracetamol: una historia de la decadencia de los Gobiernos europeos es una soflama mercantilista a cuenta de que una empresa francesa ha vendido a inversores extranjeros una filial de medicamentos sin receta. Tiene valor en cuanto que refleja el ambiente intelectual de la época en que vivimos. Por ejemplo,

Este escenario debería incitar una seria reflexión sobre la necesidad de la inversión extranjera y en qué términos ha de producirse. Un fondo que entra en el accionariado (o que adquiere) una empresa que funciona razonablemente bien solo aspira a recibir dividendos que se mantengan en el tiempo o a vender lo ahora adquirido con un sobreprecio. Ninguna consecuencia positiva tiene ese propósito para el desarrollo de la empresa, para sus productos o servicios, para sus trabajadores y para los mismos consumidores. Esa inversión no es necesaria, y menos aún en la medida en que suele exigir una gestión que aumente el número de beneficios en lugar de mejorar la empresa. Las inversiones que restan mucho más de lo que aportan debería ser desincentivadas, al mismo tiempo que debería promoverse aquella cuya intención es crear algo nuevo, activar lo existente o impulsar los sectores que cuentan con posibilidades. La inversión productiva debería ser bienvenida y la rentista limitada al máximo.

Supervivencia y las riadas en Valencia de estos días

Siendo este un blog en el que se razona alrededor del concepto de la supervivencia y que, a la vez, a la hora en que esto se redacta, 202 (oficialmente) personas no han logrado sobrevivir a una desgraciada riada, parece adecuado dedicarle unas líneas al asunto. Se agruparán en dos interpretaciones, una negativa y otra menos negativa, sobre el asunto.

La negativa es que vivimos solo en una sociedad posindustrial. Posindustrial es una sociedad en la que gracias al desarrollo de la economía (y la industria, en particular), se vive en la seguridad de que la supervivencia está razonablemente garantizada: tenemos comida en la nevera, no nos acechan osos hambrientos en el calle, etc. Eso nos permite dedicar más esfuerzo a otros menesteres en los pisos superiores de la pirámide de Maslow, desde redactar informes de impacto de género para el proyecto de un puente peatonal en adelante. Pero nos hemos olvidado —si no, no existiría este blog— de que no somos lo suficientemente posindustriales, que faltan cosas por hacer y que tenemos que seguir manteniendo agudo el sentido de la alerta. Cualquier número de periódico de los últimos tiempos da cuenta de problemas que ayer nos absorbieron y que hoy nos parecen ridículos.

Más sobre la educación universitaria como industria exportadora

I.

El otro día escribí:

Joseph Heath ha vuelto a bloguear y a escrbir cosas como Canadians should think of higher education as an export industry. España podría también —tiene un enorme mercado pontencial—, pero, para eso habría que… Vamos, que no podría.

El artículo de Heath no dice nada extravagante ni que no se pueda extrapolar fácilmente del título: la educación en Canadá tiene buena reputación y muchos estudiantes de todo el mundo estarían dispuestos a pagar para formarse allí.

La educación universitaria como industria exportadora y cuatro asuntos más

En este artículo de The Economist se argumenta en torno a dos ideas. La primera, que mucha de nuestra interacción social está basada en rituales más o menos automáticos. La segunda, que los LLMs son particularmente capaces de automatizar tareas repetitivas. Combinadas, ambas, se predican consecuencias fácilmente adivinables.

Hay un famoso artículo sobre cómo la gente asegura sentir menos hambre al salir que al entrar en un restaurante. Este otro artículo viene a demostrar algo parecido: que la construcción de nuevas viviendas, aunque sean de alto standing, contribuye a reducir el precio de las viviendas más asequibles. En ambos casos, restaurantes y viviendas, podría decirse que es ocioso tratar de demostrar nada y que los efectos pueden deducirse prácticamente desde primeros principios, que son más una tautología que un hecho empírico. Sin embargo, me temo que por cuestiones de cerrazón ideológica, muchos querrán verlo de otra manera y eso justifica el análisis cuantitativo de la cosa. Pero, vamos, en libros como el recomendadísimo Order without design - How Markets Shape Cities, de Alain Bertaud, se habla del asunto hasta la saciedad.

Veblen, clase ociosa y progreso tecnológico

Le he preguntado a Claude acerca de Veblen, lo que él llama la clase ociosa y su relación con el desarrollo tecnológico. En particular, si esta clase ociosa tiene algún tipo de interés, siempre según Veblen, en sabotearlo. Me ha dicho esto:

Thorstein Veblen, un economista y sociólogo estadounidense, introdujo el concepto de la “clase ociosa” en su libro de 1899 “La teoría de la clase ociosa”. Aunque Veblen no argumentó explícitamente que la clase ociosa intenta sabotear el progreso industrial y tecnológico, sí presentó ideas sobre cómo esta clase puede impedir el desarrollo económico y social. Aquí hay algunos puntos clave sobre las ideas de Veblen acerca de la clase ociosa y su relación con el progreso:

El desagradable secreto del gráfico del cambio climático y cuatro asuntos más

Cómo comprar una PS5 en un sistema socialista.

Racionalismo interpretado como ganar sistemáticamente.

The Economist, aquí, advirtiendo cómo los EEUU están dejando escapar a los inmigrantes con más talento. Sin duda, España solo les quita futbolistas.

De las veinte mejoras tenistas del mundo, cinco son —o fueron en cierto momento dado— estadounidenses. De ellas, dos eran hijas de milmillonarios (billionaires). Aquí se discute esa cuestión desde el punto de vista de la meritocracia, etc. Aunque el razonamiento levanta plantea muchas dudas, siendo la primera de la cuales: ¿han pintado la diana alrededor del agujero de la bala?

Alchian y Allen sobre el mercado inmobiliario español

Hay dos párrafos muy intrigantes (e inexplicados) en NadaEsGratis. Dicen:

Esta vez es diferente: la burbuja de precios que actualmente vive la vivienda, en contraste con la de 1998-2007, ni tiene volumen ni está alimentada por el crédito. A los precios actuales, las viviendas solo son asequibles para pocos. Por eso se edifican pocas. Si la mayoría no puede comprarlas, los promotores no las hacen. Los jóvenes retrasan su emancipación, comparten alquileres y no crean los hogares propios que necesitan para desarrollar su vida. En contraste, un fuerte volumen de suelos urbanizables pendientes de completar su desarrollo dibuja un paisaje de descampados que, en muchas ciudades, persiste desde hace más de 15 años.

Sobre los otros terraplanismos

Del terraplanismo ya se ha hablado aquí. Uno de los aspectos más importantes del terraplanismo es que se trata de un folclore intrascendente. Los terraplanistas pueden hacer su vida con absoluta normalidad y no causan mayor perjuicio ni para sí ni para los demás.

Sin embargo, existen muchas otras ideas que, siendo igualmente falsas, son perjudiciales tanto para quien las sostiene como para la sociedad que contiene dichas mentes iluminadas. Pero, por algún motivo, vuelan por debajo del radar del reproche intelectual y social.

Educación en un mundo competitivo y desigual y cuatro asuntos más

I.

Es un poco extraño el parrafito

La esencia del argumento es que el estilo de crianza “óptimo” no puede entenderse sin mirar al entorno económico. En país muy desigual y donde el capital humano es esencial para el desempeño económico los padres no pueden dejar que el hijo decida por su cuenta cuánto se esfuerza. Y por eso deben influir directamente en sus acciones (lo que llaman estilo “autoritario”) o, en un país donde buena parte de la educación se recibe lejos del control parental, sobre sus preferencias (lo que llaman estilo “authoritative” y yo traduje como “persuasivo”). Solamente cuando hay poca desigualdad se pueden permitir los padres ser “permisivos” y dejar que los chicos exploren la creatividad o sus intereses amplios.

¿Hemos olvidado de cómo construir (viviendas)?

Unas cuantas noticias de antes de 2008:

Un par de noticias recientes:

Eso necesita ser explicado (y, desde luego, el problema no parece ser tecnológico).

Sobre los gustos culturales de la derecha y cuatro asuntos más

I.

Aquí se argumenta sobre el mal gusto (cultural, especialmente) de la derecha.

II.

Lo mejor —y, en particular, lo más útil— que he leído jamás sobre la risa es lo que trae The Elephant In The Brain al respecto. Pero ahora hay más aquí.

III.

Me encantan los comentarios de John Cochrane. A la pregunta

Permitir que las empresas cotizadas presenten resultados anualmente y no trimestralmente hará que los ejecutivos presten más atención a los efectos a largo plazo de sus decisiones.

¿Quién (qué) pagará nuestras pensiones? Si acaso, el capital humano

El lector habrá encontrado escrita por ahí frases diciendo que estos o aquellos serán quienes paguen nuestras pensiones en el futuro. Sin embargo:

  • Lo que pagará nuestras pensiones es el capital humano que seamos capaces de poner a producir.
  • El capital humano está embebido en seres humanos, sí.
  • Pero no es realista llevar la contabilidad del capital humano contando cabezas.
  • Aunque, concedido, es muchísimo más fácil usar este proxy que agarrar el toro por los cuernos.

España, en los últimos tiempos, es un país con un flujo migratorio positivo. Pero, ¿cambiaría la cosa si llevásemos la cuenta del capital humano en lugar del de personas?