Universidad

Unas cuantas notas sobre economía

El artículo La guerra del paracetamol: una historia de la decadencia de los Gobiernos europeos es una soflama mercantilista a cuenta de que una empresa francesa ha vendido a inversores extranjeros una filial de medicamentos sin receta. Tiene valor en cuanto que refleja el ambiente intelectual de la época en que vivimos. Por ejemplo,

Este escenario debería incitar una seria reflexión sobre la necesidad de la inversión extranjera y en qué términos ha de producirse. Un fondo que entra en el accionariado (o que adquiere) una empresa que funciona razonablemente bien solo aspira a recibir dividendos que se mantengan en el tiempo o a vender lo ahora adquirido con un sobreprecio. Ninguna consecuencia positiva tiene ese propósito para el desarrollo de la empresa, para sus productos o servicios, para sus trabajadores y para los mismos consumidores. Esa inversión no es necesaria, y menos aún en la medida en que suele exigir una gestión que aumente el número de beneficios en lugar de mejorar la empresa. Las inversiones que restan mucho más de lo que aportan debería ser desincentivadas, al mismo tiempo que debería promoverse aquella cuya intención es crear algo nuevo, activar lo existente o impulsar los sectores que cuentan con posibilidades. La inversión productiva debería ser bienvenida y la rentista limitada al máximo.

Más sobre la educación universitaria como industria exportadora

I.

El otro día escribí:

Joseph Heath ha vuelto a bloguear y a escrbir cosas como Canadians should think of higher education as an export industry. España podría también —tiene un enorme mercado pontencial—, pero, para eso habría que… Vamos, que no podría.

El artículo de Heath no dice nada extravagante ni que no se pueda extrapolar fácilmente del título: la educación en Canadá tiene buena reputación y muchos estudiantes de todo el mundo estarían dispuestos a pagar para formarse allí.

La educación universitaria como industria exportadora y cuatro asuntos más

En este artículo de The Economist se argumenta en torno a dos ideas. La primera, que mucha de nuestra interacción social está basada en rituales más o menos automáticos. La segunda, que los LLMs son particularmente capaces de automatizar tareas repetitivas. Combinadas, ambas, se predican consecuencias fácilmente adivinables.

Hay un famoso artículo sobre cómo la gente asegura sentir menos hambre al salir que al entrar en un restaurante. Este otro artículo viene a demostrar algo parecido: que la construcción de nuevas viviendas, aunque sean de alto standing, contribuye a reducir el precio de las viviendas más asequibles. En ambos casos, restaurantes y viviendas, podría decirse que es ocioso tratar de demostrar nada y que los efectos pueden deducirse prácticamente desde primeros principios, que son más una tautología que un hecho empírico. Sin embargo, me temo que por cuestiones de cerrazón ideológica, muchos querrán verlo de otra manera y eso justifica el análisis cuantitativo de la cosa. Pero, vamos, en libros como el recomendadísimo Order without design - How Markets Shape Cities, de Alain Bertaud, se habla del asunto hasta la saciedad.

El problema de las soluciones sin problema (y II)

La entrada homónima de la semana pasada ha devenido serie tras leer Is Science a Public Good?, que ChatGPT y yo resumimos así:

  • La ciencia se considera a menudo un bien público, pero su difusión y uso en la economía es problemática: las ideas no siempre son fácil ni directamente utilizables y cuesta que sean absorbidas por las empresas.
  • El debate sobre si la ciencia es un bien público tiene importantes implicaciones políticas:
    • Si la ciencia es un bien público, los subsidios a las universidades son cruciales para estimular la I+D y el crecimiento económico.
    • Por el contrario, si el beneficio de las ideas está estrechamente ligada a su aplicación, un exceso de financiación pública en la investigación universitaria podría obstaculizar el crecimiento económico. En particular, que los científicos trabajen en las universidades en lugar de en las empresas afectar a la productividad.
  • La expansión de las universidades y la ciencia gubernamental ha coincidido con una desaceleración de la productividad. La evidencia empírica sugiere que los motivos son:
    • El movimiento de talento fuera de las empresas hacia las universidades.
    • La reducción de la capacidad de las empresas para generar ideas y adoptar innovaciones académicas.

El vínculo con la entrada anterior es evidente: mucha de la investigación pública produce soluciones, cantidades industriales de ellas. Solo que da la impresión de que no se tiene muy claro de qué problemas reales.

¿Qué nos enseña la educación formal?

¿Qué cosa nos enseña realmente la educación formal? ¿Conocimientos objetivos? Sin duda, pero, ¿son realmente útiles en la carrera profesional de los más?

¿A pensar? Que es lo que se suele contraargumentar. El término técnico en inglés para aprender a pensar es transfer in learning y aunque sea un objetivo declarado de los programas educativos, no está para nada claro que se alcance de manera generalizada. Preguntado al respecto, el gran resumidor de información que es ChatGTP dice: