Supervivencia

¿Por cuánto te retirarías?

La entrada de hoy puede resultar un poco tonta, casi de autoayuda barata. Hay cuestiones que a uno lo interpelan directamente y otras que no. Depende de las circunstancias de cada cual.

Las navidades pasadas alguien me preguntó medio de pasada lo siguiente: ¿cuánto dinero te hace falta para retirarte (y no trabajar más)?

La respuesta es irrelevante; el proceso mental para llegar a ella, también. Lo que ha traído el asunto aquí, sin embargo, es que al pensar en el asunto y mirar con perspectiva financiera y no solo financiera los años que me quedan por delante, aparecieron opciones (al margen de las inercias cotidianas). Es probable que darle vueltas al asunto acabe cambiando mi vida.

Colapso demográfico, colapso del capital humano

Huele a decadencia. Así terminaba la anterior entrada de este blog y así principia la de hoy.

Llevo tiempo siguiendo muy en diagonal, de reojo, la realidad, las noticias: solo traen ruido. Descontado, ruido no deja de tener su función y si respondemos a él correctamente el 51% de ls veces, caminaremos en una dirección no muy alejada de la conveniente.

Pero mi inapetencia por el chascarrillo cotidiano tiene mucho que ver con el hecho de que enmascara lo que entiendo que se ha convertido en la mayor amenaza para nuestras sociedades (y, particularísimamente, la española): el colapso demográfico y, especialmente, el colapso del capital humano.

Cómo construir telescopios

La regla de Thompson para fabricantes bisoños de telescopios dice:

Es más rápido construir un telescopio con un espejo de cuatro pulgadas y luego uno de seis pulgadas que construir un telescopio de seis pulgadas.

Este y otros consejos de la misma especie —originalmente pensados en el ámbito de la informática pero que aplican mucho más allá de ella— pueden encontrarse en Programming pearls: bumper-sticker computer science de Jon Bentley.

La supervivencia del Future Fund

Un blog con el nombre e intención del presente, no podía dejar de hacer eco de una noticia —me perdonarán por ello los lectores mejor informados— bien conocida: la quiebra del fondo Future Fund (FF en lo que sigue).

No sé si para cuando se publique esta entrada seguirá existiendo el portal del FF. Así que extraigo de él la información más relevante. El FF es un fondo filantrópico que invierte en y subvenciona proyectos encaminados a mejorar las perspectivas a largo plazo de la humanidad. Entre otros, financia proyectos dirigidos al estudio de potenciales crisis existenciales para la humanidad: la rebelión de las inteligencias artificiales, los impactos de meteoritos, el —¡cómo no!— cambio climático, etc.

Mastodon: futuros posibles

Todos sabemos que Elon Musk ha completado finalmente la compra de Twitter y que eso ha provocado cierto interés por plataformas alternativas, principalmente Mastodon. En esta entrada quiero especular con dos posibles escenarios futuros para esta plataforma.

La tensión entre Mastodon y Twitter es clásica y bien conocida: véase The Cathedral and the Bazaar, toda la discusión que generó y lo que la evidencia histórica nos dice acerca de cómo fueron evolucionando las cosas. En resumidas cuentas: todo bazar relativamente exitoso acaba transformándose en un conglomerado difícilmente distinguible de una catedral.

Spiegelhalter sobre beber vs conducir: una puntualización

Hace unos años, un estudio extenso sobre los riesgos del consumo de alcohol, fue recogido en los medios con titulares alarmando sobre cómo incluso consumos minúsculos representan un riesgo para la salud. No es sitio este para entrar en la forma y en el fondo del debate. Solo quiero analizar bajo la perspectiva propia de estas páginas unas declaraciones de David Spielgelhalter al respecto recogidas en No safe level of alcohol consumption, major study concludes. En dicho artículo afirma que (con mi traducción):

Leer libros vs interactuar con ellos

Leer libros es, en muchas ocasiones, una pérdida de tiempo. Muchos contienen con suerte y a lo sumo tres o cuatro ideas interesantes que se estiran cansina y reiteradamente a lo largo de 200, 300 o hasta 500 páginas. No obstante, una vez comenzado un libro muchos desarrollamos cierto sentido de responsabilidad para con él: tenemos que terminarlo por más que advirtamos que, en el fondo, estamos perdiendo el tiempo.

¿Quién construye las cosas?

Cuenta Émile-Auguste Chartier en su obra Propos d’un Normand 1906-1914 de 1908 cómo construían los polinesios sus canoas:

Tout bateau est copié sur un autre bateau… Raisonnons là-dessus à la manière de Darwin. Il est clair qu’un bateau très mal fait s’en ira par le fond après une ou deux campagnes, et ainsi ne sera jamais copié… On peut donc dire, en toute rigueur, que c’est la mer elle-même qui façonne les bateaux, choisit ceux qui conviennent et détruit les autres.

La disidencia, ¿"bug" o "feature"?

Esta entrada es producto de unas reflexiones que me vinieron a la cabeza el otro día mientras un par de antivacunas se explicaban larga y redundantemente.

No era gente estúpida —ambos eran físicos, uno de ellos doctor— pero como los argumentos —ya sabemos que el logos no es la mula sino el carro, ¿no?— me aburrían, me entretuve ponderando la siguiente hipótesis, que convengo, es altamente hipotética.

Sabemos, y ya nos lo dijo Aristóteles, que somos animales políticos (o sociales).Pero lo que nadie ha dicho es que seamos animales gregarios. Tal vez porque somos empíricamente conscientes de que cada vez que se ha puesto encima de la mesa un asunto con expectativas de universalidad —piénsese: el heliocentrismo, la redondez de la tierra, la exquisitez del jamón serrano, la inmaculada concepción de María, el geocentrismo, el comunismo, la evolución, la inocuidad del 5G, la vacuna del sarampión, el progreso, etc.— un porcentaje minoritario pero significativo de la población ha enarbolado inopinadamente el pendón de la disidencia.

O tempora, o mores

Es frecuente oír decir —en toda la gama de grados, admite el autor— que los malos hábitos y actitudes de la juventud son indicio del ineludible colapso de nuestra civilización.

Una original contraargumentación erudita consiste en la observación de que afirmaciones análogas se han registrado casi desde que el hombre es hombre y sabe dejar por escrito constancia de sus pensamientos: de los antiguos Egipto, Babilonia, Grecia o Roma, quedan fragmentos en que se leen lamentos de esa índole. El lector intereado encontrará en The Generation Gap In Antiquity una lista que, necesariamente, no puede ser exhaustiva.

La huella cultural de las pandemias

El otro día recogía alguien en Twitter la siguiente pregunta:

¿Por qué la pandemia de hace un siglo no dejó huella en el pensamiento de la época?

Se refiere, obviamente, a la gripe española de 1918 y de la que hasta hace muy poco apenas teníamos noticia: no está en el cine, no está en la literatura,… no está.

Es curioso que la gente, tal vez por la manera concreta en que está formulada la pregunta, sugirió respuestas ancladas al contexto preciso de esa pandemia: sucedió a la vez que se desarrollaban unos eventos tan graves que… etc.

De Superviventia

No sorprenderá a nadie que las primeras líneas que se escriben en este blog se refieran al apotegma cartesiano. Permítaseme recordar al lector cómo en su Discurso del Método, Descartes encuentra en esa fórmula un asidero que le permite escapar, a lo Münchhausen, del pozo de la duda metódica.

Al autor de estas líneas —y simplemente, el autor en todo lo que sigue— lo sometieron primero a un régimen de certezas míticas; luego, a la trituradora espasmódica del pensamiento crítico, que lo sumió en un marasmo relativista. Su particular idea clara y distinta que lo elevó por encima del todo vale —o, más bien, del ¿por qué no todo va a valer?— fue la de la supervivencia.