Supervivencia

La supervivencia del Future Fund

Un blog con el nombre e intención del presente, no podía dejar de hacer eco de una noticia —me perdonarán por ello los lectores mejor informados— bien conocida: la quiebra del fondo Future Fund (FF en lo que sigue).

No sé si para cuando se publique esta entrada seguirá existiendo el portal del FF. Así que extraigo de él la información más relevante. El FF es un fondo filantrópico que invierte en y subvenciona proyectos encaminados a mejorar las perspectivas a largo plazo de la humanidad. Entre otros, financia proyectos dirigidos al estudio de potenciales crisis existenciales para la humanidad: la rebelión de las inteligencias artificiales, los impactos de meteoritos, el —¡cómo no!— cambio climático, etc.

Mastodon: futuros posibles

Todos sabemos que Elon Musk ha completado finalmente la compra de Twitter y que eso ha provocado cierto interés por plataformas alternativas, principalmente Mastodon. En esta entrada quiero especular con dos posibles escenarios futuros para esta plataforma.

La tensión entre Mastodon y Twitter es clásica y bien conocida: véase The Cathedral and the Bazaar, toda la discusión que generó y lo que la evidencia histórica nos dice acerca de cómo fueron evolucionando las cosas. En resumidas cuentas: todo bazar relativamente exitoso acaba transformándose en un conglomerado difícilmente distinguible de una catedral.

¿Cómo (no) evaluar una heurística?

Esta breve entrada continua y remata la de la semana pasada. Allí discutía cómo la racionalidad de una heurística —incluyendo dentro de ellas a las ideologías y sin entrar a evaluar qué significa ser racional— no puede ser nunca el criterio de bondad.

Entonces, ¿qué hace buena a una determinada heurística? Podría resumir aquí la discusión de Gigerenzer sobre cómo los beisbolistas atrapan las pelotas, pero el lector interesado lo puede consultar por su cuenta en el muy recomendable artículo A Simple Heuristic Successfully Used by Humans, Animals, and Machines: The Story of the RAF and Luftwaffe, Hawks and Ducks, Dogs and Frisbees, Baseball Outfielders and Sidewinder Missiles—Oh My!. En general, dentro del campo de la racionalidad con limitada, en el que se inscribe el trabajo anterior, se ofrecen respuestas a esta cuestión. Respuestas que, por lo que he visto sin detenerme a repasar la literatura, suelen ceñirse al mundo de pequeñas decisiones cotidianas.

¿Una ética a prueba del paso del tiempo?

A Holden Karnofsky le aterra pensar qué dirán de él en el futuro. Nos lo cuenta en Future-proof ethics donde viene a decir que la ética del sentido común imperante en un momento histórico concreto no ha funcionado correctamente y se plantea la conveniencia o necesidad de adecuar su comportamiento al nivel de exigencia ética del futuro. Supongo que para que no le pasen a sus estatuas lo que a las de Colón, supongo.

¿Quién construye las cosas?

Cuenta Émile-Auguste Chartier en su obra Propos d’un Normand 1906-1914 de 1908 cómo construían los polinesios sus canoas:

Tout bateau est copié sur un autre bateau… Raisonnons là-dessus à la manière de Darwin. Il est clair qu’un bateau très mal fait s’en ira par le fond après une ou deux campagnes, et ainsi ne sera jamais copié… On peut donc dire, en toute rigueur, que c’est la mer elle-même qui façonne les bateaux, choisit ceux qui conviennent et détruit les autres.

Se ve que los nematodos maximizan la utilidad esperada

La economía clásica supone que los agentes son racionales. Por algún motivo, se ha dado a entender que dichos agentes son seres humanos y de ahí el mito del homo economicus, etc. aunque bien sabemos que pueden ser empresas u otro tipo de organismos no sujetos (directamente) a la tiranía de la endocrinología.

Uno de los descubrimientos de la economía (o de sus críticos, finalmente cooptados) es la de que los seres humanos no actúan necesariamente de acuerdo con los principios axiomáticos sobre los que se basa la economía clásica. Concedido.

La disidencia, ¿"bug" o "feature"?

Esta entrada es producto de unas reflexiones que me vinieron a la cabeza hace unos días, mientras un par de antivacunas se explicaban larga y redundantemente.

No era gente estúpida: ambos eran físicos, uno de ellos doctor. Otra prueba más de que el logos no es la mula sino el carro. Como los argumentos me aburrían, me entretuve ponderando la siguiente hipótesis, que convengo, es altamente hipotética.

Sabemos, y ya nos lo dijo Aristóteles, que somos animales políticos (o sociales).Pero lo que nadie ha dicho es que seamos animales gregarios. Tal vez porque somos empíricamente conscientes de que cada vez que se ha puesto encima de la mesa un asunto con expectativas de universalidad —piénsese: el heliocentrismo, la redondez de la tierra, la exquisitez del jamón serrano, la inmaculada concepción de María, el geocentrismo, el comunismo, la evolución, la inocuidad del 5G, la vacuna del sarampión, el progreso, etc.— un porcentaje minoritario pero significativo de la población ha enarbolado inopinadamente el pendón de la disidencia.

Principios de moral

En esta entrada voy a establecer primero y discutir mínimamente después unos principios de la moral. Más que como verdades ontológicas —sobre lo que no me pronunciaré— lo haré como una perspectiva —que estimo muy fructífera— que nos permite entender y razonar sobre los problemas morales.

Los tres principios de la moral

  • Moral, ética y comportamiento/conducta son sinónimos. Toda conducta es moral.
  • El concepto abarca tanto el comportamiento humano, como el de los animales (las criaturas animadas, en general, incluyendo, p.e., a las amebas) y el de las organizaciones sociales de todo tipo (empresas, grupos terroristas, estados, etc.)
  • El criterio que permite juzgar el comportamiento de un sujeto es su relación su supervivencia: será bueno/malo aquello que favorece/pone en riesgo su supervivencia.

Discusión

O tempora, o mores

Es frecuente oír decir —en toda la gama de grados, admite el autor— que los malos hábitos y actitudes de la juventud son indicio del ineludible colapso de nuestra civilización.

Una original contraargumentación erudita consiste en la observación de que afirmaciones análogas se han registrado casi desde que el hombre es hombre y sabe dejar por escrito constancia de sus pensamientos: de los antiguos Egipto, Babilonia, Grecia o Roma, quedan fragmentos en que se leen lamentos de esa índole. El lector intereado encontrará en The Generation Gap In Antiquity una lista que, necesariamente, no puede ser exhaustiva.

Kill zones y administraciones públicas

El térmimo kill zone se ha popularizado para describir un fenómeno bastante reciente. Se trata de un vacío de ideas de negocio y de inversiones en un área de la economía que, a pesar de haber sido muy fértil y dinámica en tiempos, se está convirtiendo en un páramo: el desarrollo de productos y servicios muy próximos al área de actividad de los gigantes de internet (Google, Facebook, etc.). El problema es que estos actores, de detectar un modelo de negocio exitoso dentro de su radio de acción, pueden comprarlo por poco precio—en el mejor de los casos— o fusilarlo (i.e., copiarlo) —en el peor— impidiendo así su natural evolución.

Sobre la no supervivencia de Ciudadanos

Vaya por delante que el autor de estas líneas habría emigrado de buen grado a una dictadura cuyos principios rectores fuesen los del programa fundacional de Ciudadanos. Al menos, aquel que se fue desgranado tema a tema en una serie de actos realizados en 2014 (¿2015?) y que constituyeron además la presentación del partido en el ámbito nacional. El autor asistió en persona a uno de ellos, celebrado en el Teatro Goya de Madrid y que formaba parte del ciclo dedicado a las medidas económicas.

De Superviventia

No sorprenderá a nadie que las primeras líneas que se escriben en este blog se refieran al apotegma cartesiano. Permítaseme recordar al lector cómo en su Discurso del Método, Descartes encuentra en esa fórmula un asidero que le permite escapar, a lo Münchhausen, del pozo de la duda metódica.

Al autor de estas líneas —y simplemente, el autor en todo lo que sigue— lo sometieron primero a un régimen de certezas míticas; luego, a la trituradora espasmódica del pensamiento crítico, que lo sumió en un marasmo relativista. Su particular idea clara y distinta que lo elevó por encima del todo vale —o, más bien, del ¿por qué no todo va a valer?— fue la de la supervivencia.